El documento está legitimado por la firma de Rafael Vargas Brenes, en calidad de Secretario General de la Federación Costarricense de Fútbol, y por la impresión del sello distintivo que acredita al principal organismo del fútbol en Costa Rica. Está datado en Alajuela, ciudad que dista a unos 20 kilómetros al oeste de la capital San José, en la jornada del 2 de mayo de 2014. La fecha es reveladora por su significado. Las competiciones nacionales cercaban su ocaso y el calendario futbolístico subrayaba en rojo la edición de la Copa del Mundo 2014 con sede en Brasil. La distancia ya era imperceptible.

Rafael Vargas Brenes, siguiendo con fidelidad las directrices que emanan del Reglamento de Estatutos y Transferencias de jugadores de la FIFA, solicitó al Levante la incorporación de Keylor Navas al ámbito de la Selección del Costa Rica con la finalidad de iniciar la preparación para afrontar el Mundial. El guardameta granota debía presentarse en el Complejo Deportivo Proyecto Goal, la principal instalación futbolística del país centroamericano, convertida en el cuartel general del combinado Tico, para ponerse bajo la jurisdicción de Jorge Luis Pinto, seleccionador Costarricense.

No era una novedad. Su currículum estaba trufado de internacionalidades. La ascendencia del meta en el proceso de clasificación resultó perceptible. El arquero formaba parte de la pre-convocatoria presentada. El listado definitivo, con la composición de los 23 jugadores que defenderían la bandera de Costa Rica en el Mundial, quedaría oficializado en la jornada del 31 de mayo. Es una obviedad que Keylor lideró a Costa Rica en el Mundial de 2014. El 14 de junio resguardó la portería en el estreno ante Uruguay (3-1). Fue el preludio de un recorrido emocionante.

La cita encumbró al guardameta azulgrana y también al bloque de América Central. Costa Rica culminó el Mundial con la etiqueta de revelación tras pisar el umbral de los cuartos de Final y caer frente a Holanda en la tanda de penaltis. No era un grupo sencillo con la aparición de Uruguay, Italia o Inglaterra. Había un denominador común: todos los rivales de la primera fase compartían condición de campeones mundiales. En su recorrido aprisionó victorias de prestigio ante Uruguay o Italia. El cancerbero fue resolutivo. Fue la culminación a un ejercicio apoteósico desde un prisma más personalizado. La presencia de Keylor Navas en las formaciones de Joaquín Caparrós fue incuestionable. En la competición liguera dejó su rastro. Aquel verano de 2014 se cerró con su traspaso al Real Madrid.