No era un domingo cualquier. El Gimnástico competía una fría tarde del 29 de noviembre de 1925 en el ámbito de la competición regional. Los equipiers del Atlético Saguntino medían la fiabilidad y la resistencia del decano en un duelo eléctrico, pero todo era nuevo. El Gimnástico, y su masa social, se aposentaban en el feudo de Vallejo.
La distancia, en términos geográficos, entre el Stadium Valenciano, su anterior morada, y el coliseo de Vallejo era apenas imperceptible. La escuadra azulgrana abandonó el cauce del Río Turia para trasladarse hasta la calle de Alboraya. No obstante, el salto emprendido era de dimensiones colosales. Era un día festivo resuelto con una notable y aclaradora victoria (6-0). El Estadio de Vallejo resistió con heroicidad hasta finales de la década de los sesenta.
El expediente de la construcción de Vallejo resiste al paso del tiempo formando parte del legado del Archivo Histórico de la ciudad. El documento, que además incluye un precioso alzado del recinto deportivo a modo de plano, ofrece información suplementaria sobre su edificación final. El arquitecto Mariano Peset fue el responsable de la obra, como acredita la documentación exhumada, presentada el 14 de noviembre de 1925.
Joaquín García, en calidad de presidente del Gimnástico, solicita la licencia para la construcción de un Campo de Deportes en la Calle de Alboraya. El constructor sigue los pasos establecidos y demanda los arbitrios correspondientes en aras a la concesión de la perseguida licencia. Sus respectivas firmas verifican la petición esgrimida. Sin embargo, la resolución del expediente no es inmediata.
La Comisión del Ensanche dictaminó sentencia en un informe posterior. Este organismo determina que el proyecto no se ajusta a las Ordenanzas dispuestas al invadir espacios que, en un futuro, serán vía pública. Por esa razón, propone a la Alcaldía que el Gimnástico acepte la concesión de una licencia provisional y la renuncie, en escritura pública, al valor de las obras que no se ajusten a las Ordenanzas. La entidad futbolística no estaría autorizada a reclamar una indemnización en el hipotético caso de que el Ayuntamiento decretara una expropiación o derribo por reclamación de los vecinos.
No obstante, el Gimnástico, que accedió a este planteamiento propuesto, no era el propietario de los terrenos adquiridos. La sociedad arrendó una parcela perteneciente a la Familia Martínez de Vallejo Morand. La renuncia tenía que ser consensuada por las partes implicadas; es decir dueño y arrendador. El proceso se demoró. Manuel Bello sucedió a Joaquín García como mandatario del Gimnástico como acredita el expediente.
Asimismo, problemas graves de salud de la madre de Juan Martínez de Vallejo Morand retrasaron la firma de la escritura ante la imposibilidad de desplazarse hasta el Notario escogido por el Ayuntamiento. El propio Juan Martínez propuso el 7 de julio de 1927 la concesión de una prórroga ante el delicado estado de su progenitora. De hecho, María Morand Laborde-Boix falleció en el transcurso de ese año. El 18 de diciembre de 1927 los hermanos Juan y Ana Martínez de Vallejo Morand reconocen la muerte de su madre indicando que son los únicos propietarios del campo.
Sin embargo, no era posible escriturar hasta que no se ultimara la operación divisoria que conlleva la concesión de la herencia. Será en 1928 cuando el Ayuntamiento conceda la licencia provisional. El Gimnástico, en esas fechas, ya se había aclimatado a la instalación. Su presencia era constante desde los días finales de noviembre de 1925. El libro de Actas de la sociedad vuelve a conceder pistas sobre la construcción del Estadio de Vallejo. En la sesión del 1 de agosto de 1925 hay una primera aproximación.
Los directivos explican el estado de las negociaciones con la familia Martínez de Vallejo y Morand encaminadas a concertar el arriendo de un huerto ubicado en la calle de Alboraya. Era una necesidad después de rescindir el contrato que les unía al Stadium Valenciano S.A. En los siguientes meses el coliseo adquirirá importancia en el imaginario de los seguidores gimnastiquistas. En la Junta General Extraordinaria de finales de agosto de 1925 hay un debate sobre la fórmula escogida para recaudar fondos para el alzamiento del Campo de Deportes. Se nombra una comisión destinada a capitalizar los trabajos. Se establece la venta de acciones Pro-Campo que deberán suscribir la totalidad de los socios.
La respuesta es notable en virtud de las consideraciones establecidas en la Junta General del 15 de septiembre de 1925 por el Presidente de la Comisión Pro-Campo, si bien en las siguientes semanas este comité trata de estimular la venta de bonos entre los socios. La directiva inclusive se muestra partidaria a amnistiar a socios con retrasos en los pagos a cambio de la suscripción de acciones Pro-Campo. En esa fecha la presidencia admite que el contrato para las obras de construcción de Vallejo asciende a la cantidad de 40.000 pesetas que la Junta Directiva asume y se responsabiliza para garantía del contratista escogido.