Forma parte del selecto ‘One Club Man’; es decir se incluye en ese registro que acentúa el sentimiento de pertenencia y de fidelidad que confiere haber defendido la camiseta y el escudo de una misma entidad durante la totalidad de una carrera futbolística profunda.

Agustín Dolz lo hizo desde que se enfundara la camiseta del Levante F.C. en la claridad de los primeros años treinta.

Nunca más se la quitó, pese a las jugosas proposiciones que recibió por parte de clubes de calado. Su compromiso se lo impidió.

Testigo de excepción de la historia de la sociedad marina, vivió en primera persona la fusión del Levante F.C. y el Gimnástico a la conclusión de la Guerra Civil.

El nacimiento del U.D.L.G. (Unión Deportiva Levante-Gimnástico) y la conversión definitiva en Levante U.D. no pasaron desapercibidas a sus ojos. Dolz formó parte de la nómina de jugadores que conquistaron el Campeonato Súper-Regional en el curso 1934-1935. En la Copa de España participó en las eliminatorias históricas ante el Valencia y Barcelona que catapultaron al Levante F.C. hasta las semifinales frente al Sadadell.

En julio de 1937 capitalizó la acción que significó el gol de Nieto en la Final de la Copa de La República. Defendió con éxito el marco del U.D.L.G. en una titánica eliminatoria de la Copa del Generalísimo ante el Espanyol.

Batalló con honor en el Campo de La Cruz y marchó al feudo de Vallejo en la década de los cuarenta para ceñirse las barras azulgranas del Levante U.D. No se alejó del césped hasta el arranque de los cincuenta. Y su adiós fue momentáneo. Dolz cambió las botas de tacos por la condición de sempiterno segundo entrenador y técnico ocasional. Los contratos aquí mostrados responden a su última etapa como jugador levantinista.