La petición realizada fue del todo concluyente. Como capitán de la plantilla del ejercicio 1962-1963, Vicente Camarasa alzó la voz para elevar una petición que nacía desde las catacumbas del vestuario para proyectarse con destino hacia la planta noble presidida por Eduardo Clerigues.

El mensaje lanzado era diáfano. El capitán, como firmó el escrito fechado el día 3 de abril de 1963, reclamaba una amnistía general para todos aquellos integrantes de la plantilla que tuvieran pendientes sanciones impuestas. Hay que recordar que, como acontece en la actualidad, había un estricto control de asistencia a los entrenamientos y otros menesteres relacionados con la profesión de futbolista.

Vicente Camarasa prometía un esfuerzo supremo del grupo que no dudaría en emplearse con el máximo celo y contundencia, sobre el verde y lejos del rectángulo de juego, en la consecución del sueño del ansiado ascenso a Primera División.

Por esas fechas, la Liga entraba en su ocaso y la pugna entre el Murcia y el Levante por el cetro de la tabla era una evidencia. La escuadra granota había vencido al Plus Ultra (0-2) unos días antes de  la emisión de este escrito. Y por el horizonte surgían dos desafíos caseros ante el Hércules y Sevilla Atlético antes de un enfrentamiento mayúsculo ante el Murcia en La Condomina.

Las huestes de Quique solucionaron los compromisos en Vallejo con solvencia. El colectivo dependía de sus propias prestaciones para fantasear con alcanzar la elite en el partido determinante ante la entidad murciana. No obstante, la igualada (1-1) postergó el sueño de un ascenso que se alargó en el tiempo para materializarse en las primeras jornadas del mes de junio de 1963 después de una rocosa eliminatoria ante el Deportivo de La Coruña.