En la Asamblea Extraordinaria del Levante U.D. en mayo de 1982 el secretario de la entidad desplegó unos papeles y con voz marcial comenzó a exponer, ante la atenta atención de un auditorio compuesto por los socios de la sociedad, una idea gestada en la mente del presidente Antonio Aragonés.

El jerarca fue clarividente en su planteamiento; para salvar el patrimonio del fútbol valenciano abogaba por la creación de un nuevo club que en un futuro pudiera defender la condición de primer divisionista y un Levante que pudiera regenerarse y volver a nacer bajo una gestión más seria y honesta.

Aragonés, quien tomó la palabra en aras a defender este planteamiento, partía de la creación de una sociedad con dos mil participaciones con un valor de cien mil pesetas cada una de ellas lo que se traduciría en la tenencia de doscientos millones de las antiguas pesetas que procederían de las aportaciones de los denominados socios fundadores.

El mandatario involucraba en la compra de estas participaciones al sector dedicado a la naranja. La sociedad naciente se denominaría Naranja C.F. y permitiría publicitar a la naranja. Los socios fundadores tendrían libre acceso durante un periodo de diez años a todos los partidos del Naranja. La meta trazada por Aragonés redundaba en la Primera División y fijaba un período de tres o cuatro años para alcanzar tal estadio deportivo.

Aragonés exponía que el club estaría capacitado para contar con una masa social cifrada entre cinco mil y ocho mil abonados que proporcionarían entre treinta y cincuenta millones de pesetas que, añadiendo a las cantidades aportadas por los socios fundadores, permitiría manejar una cuantía cercana a los ciento cincuenta millones de pesetas destinadas a sufragar las fichas de los jugadores y técnicos.

Según la reflexión defendida por el mandatario no se escatimaría en la confección de un grupo sólido y que garantizara el ascenso a Segunda División A como paso previo a la elite. El Naranja llevaría un escudo formado por una naranja abrazada por un Lo Rat Penat y en la equitación escogida, por cuestiones más que obvias, destacaría el color naranja en su totalidad.

¿Y qué ocurría con el Levante? El deseo del presidente era conseguir que el equipo se situara en un corto espacio de tiempo en Tercera División. En un principio seguiría disputando sus partidos en el Nou Estadi, aunque la intención pasaba por alzar otra instalación con capacidad para cinco y ocho mil espectadores en una zona dentro del marítimo. La directiva del Levante sería independiente del Naranja aunque habría una entente cordiale con convenios de colaboración permanentes y con la ayuda total del Naranja desde un prisma económico, técnico y de campo.

La sociedad Naranja se haría cargo de todas las deudas del Levante. Aragonés era consciente de la dificultad, pero consideraba que con estas medidas el Naranja podría partir su nueva andadura deportiva desde la Segunda División B.