El documento acredita la prolongación en el tiempo del contrato que unía al Levante U.D. y a Serafín García Muñoz.

Eduardo Clerigues y el propio jugador establecen la extensión de una vinculación que acotaría las temporadas 1964-1965 y 1965-1966. La fecha de la rúbrica, 19 de septiembre de 1964, aclara el contexto por el que atravesaba el club granota.

La escuadra levantinista afrontaba su segunda temporada al frente de la Primera División y Serafín se había convertido en uno de los bastiones de una permanencia ampliamente celebrada en el estreno en la máxima categoría del balompié español. La relación entre el atacante navarro y la entidad de Vallejo comenzaba a ser profunda en virtud de su aterrizaje durante el verano de 1960 procedente del Deportivo de La Coruña.

Serafín afrontaba la quinta campaña enlazada como jugador azulgrana. En el imaginario blaugrana brillaba el penalti materializado ante el Deportivo de La Coruña, en el partido de vuelta de la promoción de ascenso, que limpió de maleza el camino en dirección hacia la elite. El documento, al margen de estipular la duración temporal del acuerdo, recoge las cantidades pactadas como premio de fichaje, así como el sueldo mensual a percibir. Clerigues y Serafín con sus respectivas firmas, validan los pactos establecidos.

Sin embargo, el compromiso formulado no llegó a cumplirse. El descenso de categoría de la escuadra de Vallejo, a la conclusión de curso 1964-1965, significó la despedida de Serafín y el fin de su relación con la institución. El atacante mudó las barras azulgranas del Levante por la misma tonalidad que identificaba la camiseta del F.C. Barcelona. El traspaso, al igual que aconteció por las mismas fechas con la marcha de Calpe al Real Madrid, ayudó a mitigar la maltrecha economía granota.