El rastro de Pascual Botella, vinculado al cosmos del Levante, remonta en el tiempo al contrato de renovación rescatado que fija la cronología en septiembre de 1948. A finales de la década de los años cuarenta Botella era un futbolista con una nutrida experiencia en el ecosistema del balompié nacional. Había muescas en su currículum en el universo de la Primera División con la elástica del Real Madrid ajustada a su piel, pero su inclusión en la disciplina del fútbol va asociada al Levante. Conocido como El Pato, su estela era perceptible en el Levante que compitió durante la Guerra Civil, si bien descolló como miembro del once del UDLG que fantaseó con el ascenso a la máxima categoría en la temporada 1939-1940. Era un atacante eléctrico y decidido.

Una temporada después formó parte de un despampanante bloque que esprintó en la segunda vuelta de la competición en la categoría de Plata para proyectarse hasta los cuartos de final de la Copa del Generalísimo en una continuada alianza establecida con la victoria. La escuadra que dirigía Juan Puig desde el banquillo desterró la derrota. Durante diecinueve partidos nadie fue capaz de someter a la Unión Deportiva Levante-Gimnástico. Botella paladeó aquella coyuntura marcada por el éxito. En el verano de 1941 su carrera dio un giro radical con el compromiso adquirido con el Real Madrid. En septiembre de 1941 desembarcó en el feudo de Vallejo defendiendo la camiseta del Real Madrid. Era un partido amistoso que abría la temporada.

No obstante, en el prólogo del curso 1944-1945 emprendió el viaje de retorno en dirección a Vallejo. El UDLG había mutado en Levante U.D. La entidad trataba de recuperar el espacio extraviado en el marco de la Segunda División. Regresar al tercer peldaño del balompié no fue un impedimento para un futbolista curtido al calor del viejo Chamartín que añoraba las playas y el entorno característico de los Poblados Marítimos. No fue un paso atrás. Los seguidores levantinos celebraron su vuelta. Fue un fichaje sonado por su ascendencia que se perpetuó en el tiempo. El contrato, presentado el 4 de septiembre de 1948, evoca la última renovación de Pascual Botella con la sociedad granota. El documento liga a Botella con el club blaugrana hasta junio de 1950. El atacante percibió una cantidad total de 40.000 mil pesetas distribuidas en cuatro cantidades de 10.000 mil a percibir desde la rúbrica del documento hasta la primera decena de diciembre de 1949 con una mensualidad fija de 800 pesetas.