El domingo 15 de mayo de 1977 el Levante tenía una compleja misión que resolver en Terrassa. Era una confrontación homérica entre equipos distanciados en sus objetivos. La categoría de Plata circunscribía la cita. La escuadra catalana albergaba esperanzada el tramo final de la Liga desde una posición de privilegio. El ocaso parecía materializarse para la sociedad azulgrana. Su lucha era contra los fantasmas del descenso. Aquella semana previa a los acontecimientos en la localidad catalana, Enrique Magdaleno se convirtió en el epicentro de la atención y de la acción levantinista. La participación del atacante, recién aterrizado en el Levante, tras una cesión pactada con el Castilla, estaba en entredicho por sus inexcusables compromisos militares.

El viernes previo a la cita liguera Magdaleno tenía una guardia. Sin embargo, la exigencia de la confrontación ante el Terrassa motivó que la cúpula dirigente del Levante hiciera uso de la diplomacia para conseguir que el delantero estuviera presente. El asunto llegó hasta las altas esferas del Real Madrid, propietario del jugador, que no dudó en involucrarse para conseguir una moratoria que garantizara la alineación de Magdaleno. Antonio Calderón, gerente de la institución madridista, afrontó la cuestión con firmeza y decisión. Con el encabezamiento del Real Madrid, envió unas líneas dirigidas a Don Antonio Alemán, Coronel Jefe de la Agrupación de Tropas del Ministerio del Ejército.

En la misiva introducía a Santiago Sanz, presidente del Levante U.D., exponiendo de manera sucinta el problema y la gravedad de la confrontación ante el carácter que presentaba para la entidad levantinista. Antonio Calderón suplicaba que el futbolista fuera relevado de la guardia que debía efectuar advirtiendo que el campeonato de la regularidad estaba muy cercano a su fin y a partir de su conclusión, Madgaleno estaría en condiciones de hacer todas las guardias juntas. Los argumentos del gerente del Real Madrid debieron ser convincentes. La implicación de la institución también. Álvaro pudo alinear a Magdaleno en el eje del ataque blaugrana en Terrassa aunque la presencia del ariete no fue suficiente argumento para capitalizar una victoria que no se consumó tras los goles locales de Rosselló, Planas y Cruz Carrascosa.