El documento adjunto está registrado en la jornada del 2 de junio de 1963. Luce el membrete distintivo del Valencia C.F., con el escudo de la entidad en relieve, y está firmado al pie de página por Julio de Miguel, a la sazón presidente. Aquella tarde de primavera, las huestes azulgranas habían irrumpido con arrebato en la Primera División tras someter al Deportivo de La Coruña en el eterno coliseo de Vallejo (2-1) en el duelo de vuelta de la Promoción. Los ecos de aquella superlativa victoria no se habían apagado todavía. El levantinismo militante había alcanzado el nirvana. El escrito atestigua el reconocimiento del club de Mestalla al Levante tras la notoriedad del éxito alcanzado.

El destinatario de la misiva es Eduardo Clerigues, mandatario de la sociedad granota. El tono es afectuoso y sumamente cercano. De presidente a presidente en un contexto de felicidad absoluta tras el ingreso de la institución levantinista en el marco de la principal Liga española. Existe un reconocimiento explícito en la misiva y un tono de honda emoción, que envuelve al escrito, ante la relevancia que adquiere para la ciudad del Turia el hecho de incluir una nueva representación futbolística en la máxima categoría del balompié. El discurso realza la dimensión humana de Julio de Miguel. La rivalidad y los antagonismos normalmente derivados de las tensiones generadas en el marco de las competiciones oficiales quedan arrinconados ante la magnitud del triunfo alcanzado.

No fue una anécdota. Las muestras de consideración por parte del fútbol nacional se repitieron ante la consagración que significó la conversión del Levante en entidad vinculada a la Primera División. La mayoría de los clubes de Primera División agasajaron a la institución blaugrana tras la coronación del ascenso. Los telegramas se multiplicaron y las cartas se amontonaron en las oficinas del club en el Estadio de Vallejo. Convergía el tono de felicitación y de reconocimiento ante el triunfo obtenido.