Una alineación del Levante F.C. en el Campo de La Cruz en la segunda mitad de los años veinte.
La imagen del Levante F.C, desde su amanecer, proyectada en el interior del terreno de juego siempre ha ido en estrecha asociación con el campo de la Placheta. Desde el principio de los tiempos quedaron vinculadas estas dos variables. Y sin embargo, entre septiembre de 1909, fundación de la sociedad, y septiembre de 1922, estreno oficial del Campo de La Cruz, el Levante mostró una tendencia a la trashumancia disputando sus confrontaciones en distintos escenarios situados en diferentes puntos de la geografía de la ciudad que no siempre colindaban con su entorno más próximo y cercano por su constitución y anclaje al espacio de los Poblados Marítimos.
Gran Pista De La Exposición Regional Valenciana De 1909. Foto: Archivo Privado De Rafael Solaz.
Los primeros enfrentamientos de las huestes que lidera José Ballester en el marco de la naciente competición surgida tras el verano de 1909 tuvieron como epicentro el campo de La Explanada de la Exposición Regional y el terreno de juego vinculado a la Sociedad Gimnástica de Valencia. El 15 de marzo de 1911 el Levante se midió en partido amistoso al Lucentum de Alicante. Se trata de uno de los encuentros mejor documentados por parte de la prensa local. El match estaba programado para las 15.30 y tuvo como marco la Pista enclavada en la Exposición Regional. Fue un enfrentamiento gestado a beneficio de la Asociación Valencia de la Caridad. Y para este organismo filantrópico estaba destinado el total de la recaudación.
Vales expedidos por el Levante F.C. para la construcción del Campo de La Cruz.
En los años intermedios de la segunda década del siglo XX el feudo de la Placheta seguía ejerciendo de nexo con el Levante, e incluso algunos autores ubican al equipo en el campo de Robillard, pero la disputa del campeonato regional del curso 1920-1921 sitúa al Levante a la orilla de Algirós en la defensa de los partidos que debía oponer como local. Es posible que la entidad arrendara el campo del Valencia para tales menesteres. Era un hecho habitual en aquellos tiempos ante la carestía de instalaciones deportivas. Y la campaña siguiente, 1921-1922, buscó acomodo en el Estadio de La Soledad, propiedad del Gimnástico, para afrontar cada uno de los encuentros caseros. Este movimiento migratorio cesó tras la construcción del Estadio de La Cruz.
El marcador del Campo de La Cruz.
El domingo 3 de septiembre de 1922 el Levante inauguró de manera oficial el Estadio de La Cruz ubicado en el Camino Hondo del Grao. La construcción de grandes tribunas en la zona de general y en la preferencia situaría a esta instalación en el vértice de los grandes estadios contemporáneos alzados en España en fecha coetáneas. Las crónicas realzaron una capacidad para albergar a 8.000 mil almas. La liturgia establecida determinó la disputa de un partido entre el Levante y el Valencia. La batalla estrenó la temporada deportiva del ejercicio 1922-1923 y finalizó con un claro triunfo visitante tras las dianas conquistadas por Rino, Cubells, Montes y Cubells.
El Levante F.C. y el Valencia F.C. estrenaron el Campo de La Cruz en septiembre de 1922.
Los directivos del Levante eligieron para la construcción del Estadio unos terrenos ubicados en el Camino Viejo del Grao en las inmediaciones de la calle Conserva y la Travesía de La Cruz. El alzamiento de esta imponente fortificación no fue homogéneo. El expediente dirigido al Ayuntamiento de Valencia, fechado el dos de agosto de 1922, firmado por Ángel Fernández, presidente del club, ofrece información suplementaria en relación al crecimiento y al cambio de fisonomía que va experimentando el estadio desde su estreno.
Así la inauguración del curso 1924-1925 coincide con la presentación de una serie de mejoras que embellecen la edificación; desde la fachada, levantada por José Granell, hasta la construcción de un extenso graderío frente al que ya estaba edificado con capacidad para tres mil espectadores alzado por Leandro Prunoñosa Pastor, acreditado industrial de El Grao. El Levante F.C. emitió unos vales de cinco pesetas para gestionar parte de los costes de la construcción de esta obra. Desde septiembre de 1922, la entidad contaba con un espacio alegórico y reconocible para contender por el símbolo victoria.