Stuani sintió en primera persona la angustia vital que envolvió al Levante de Luis García en el duelo disputado en el feudo de Mestalla en la jornada del 16 de mayo de 2011. El atacante emergió desde el banquillo para insertarse en una batalla titánica en pos de una permanencia finalmente abrochada. Stuani relevó a Caicedo con el encuentro ya cercando su ocaso. Siempre tuvo como principal misión fijar su mirada sobre la portería contraria. Es una constante que mantiene. No obstante, con el Levante en inferioridad sobre el campo tras la temprana expulsión de Xisco Nadal había que apretar los dientes y cerrar los conductos que llevaban a los jugadores locales hacia las inmediaciones de Munúa.
Por momentos el encuentro de Mestalla se convirtió en una metáfora del ejercicio de supervivencia realizado durante el trayecto liguero. La escuadra de Luis García sobrevivió al caos en una segunda vuelta meteórica con la suma de treinta puntos. En esa secuencia multiplicó por dos los quince que había firmado en el primer trayecto del curso. La cifra refleja la perceptible metamorfosis. En ocasiones el curso parecía un jeroglífico irresoluble. La dureza de la campaña era evidente. Aquel duelo exigió compromiso, intensidad y fe. Posiblemente hubo más emoción que lirismo en el cómputo de los noventa minutos.
La marcha de Nadal añadió un punto adicional de épica por el esfuerzo superlativo de un colectivo con sentido de pertenencia. El poste del arquero uruguayo escupió un disparo de Mata en los minutos decisivos que pudo variar el destino granota. El Levante consagró su condición de equipo vinculado a Primera División en un escenario con evidentes reminiscencias. El festejo de los futbolistas con los seguidores desplazados hasta Mestalla alimentó la trascendencia de la cita y del emplazamiento. La camiseta del uruguayo refrenda tan histórico acontecimiento. El derbi dibujó un partido trepidante entre dos representaciones con desafíos distanciados. No hubo treguas, ni concesiones.
Stuani no fue un jugador secundario en los planes tácticos de Luis García, pese al brillo que adquirió Caicedo en distintos tramos de la competición. El atacante uruguayo había florecido en la temporada anterior en las filas del Albacete en el marco de la categoría de Plata. Fue uno de los azotes del gol con 22 dianas En su estreno en la máxima división demostró que estaba capacitado para lidiar con situaciones de mayor responsabilidad. En el Levante conquistó ocho goles en Liga que se convierten en diez si se contabilizan las dianas en el formato de la Copa. La ratio minutos goles acentúa la calidad del tiempo disputado en el interior del verde.