El Levante F.C. inauguró formalmente el Campo de La Cruz, situado en el Camino Hondo del Grao, frente a la Calle de La Conserva, el 3 de septiembre de 1922 con un encuentro que reunió al Levante F.C. y al Valencia F.C.

En la imagen presentada se puede observar parte de su alzado en su fachada exterior, según el dibujo realizado previsiblemente por el arquitecto Lorenzo Criado. El documento forma parte de la colección existente en el Archivo Histórico de la ciudad. El expediente está fechado el 2 de agosto de 1922. Fue una obra de envergadura que supuso toda una prueba del potencial de la sociedad marino ante la dificultad. Parece incuestionable el valor deportivo que rodea a la instalación. Desde el mes de septiembre de 1922 la sociedad de los Poblados Marinos contaba con un espacio fijo para la concreción de sus desafíos en el interior del verde. En los años anteriores el equipo peregrinó por los campos de Algirós y de la Soledad.

El hecho adquiere envergadura. A partir de la fecha fijada los seguidores levantinos cuentan con un punto de destino conjunto. Se trata de un espacio de reunión, de sencilla identificación, convertido en centro neurálgico del ceremonial futbolístico del que participó el Levante F.C. en dura pugna contra las representaciones del Valencia y Gimnástico. Entre los muros del Campo de La Cruz se representó, ya de manera cotidiana, un espectáculo que concitó la atención de su entorno más cercano. El campo del Camino Hondo envuelve a los seguidores levantinos para atraparlos. Representa la pasión de un fútbol que empieza a convertirse en un fenómeno de masas.

Hay una clara sinergia establecida porque forma parte de sus dominios geográficos. Establece el principio de una relación que fortalece el sentimiento de pertenencia. Es un componente básico para la perduración y pervivencia de las instituciones deportivas porque fideliza y genera clientelas. Hay un crecimiento de la masa social desde un doble prisma: aumenta el censo de los socios que abonan religiosamente una cuota mensual y se incrementa el número de seguidores que concurren partido a partido con lo que crece el taquillaje. Estos últimos son el embrión de futuros nuevos socios.

Hacia 1925 el fútbol, representado por el Levante y sus diferentes escalafones, es uno de los espectáculos que mayor número de personas congrega en los Poblados Marítimos. Sobre la superficie del terreno de juego del Campo de La Cruz imponían su ley los jóvenes de Los Invencibles. Sus jugadores defendían el escudo del Levante, pero también el honor de los Poblados Marítimos. Y el sol no se podía cada vez que afrontaban un desafío. Las victorias se repetían conformando una armónica melodía. El triunfo entendido como representatividad. Sobre el pasto de la instalación el Levante, compuesto en su porcentaje muy elevado por jugadores relacionados con Los Poblados Marítimos, obtuvieron victorias de prestigio. Los lazos de identidad entre el Levante y su contexto más cercano estaban construidos. El Campo de La Cruz ayudó a solidificarlos.