Roberto Fernández nunca defendió la portería levantinista, pero los guantes de Roberto 13 esconden una historia. La alarma saltó en las horas inmediatas al nacimiento del partido liguero que enfrentó al Levante y al Granada en tierras nazaríes. La expedición del Levante aterrizó en el aeropuerto de la imponente ciudad de la Alhambra en la misma jornada de la confrontación. El duelo, que anunciaba el ocaso del curso 2013-2014, cerró la jornada trigesimoprimera. Era un lunes de finales de marzo.
Al filo del mediodía el grueso del grupo accedió al hotel de concentración situado en el corazón de la capital. En estos casos, suele ser una norma inquebrantable que los utilleros se desplacen hasta la instalación deportiva para preparar el vestuario. En ese instante, ya en el interior del Estadio Los Cármenes, la inquietud quebró el desarrollo del trabajo cotidiano para dibujar una severa interrogación. Los guantes personalizados de Keylor Navas no formaban parte de los enseres trasladados desde el Ciutat de València. El problema no era secundario por su envergadura.
Las horas anteriores al arranque de la confrontación fueron tensas. La búsqueda de unos guantes fue incesante. Fue un verdadero imposible, pese a recorrer los cuatro puntos cardinales de Granada. Ninguna tienda especializada contaba con unas manoplas de similares características a las utilizadas por el arquero de Costa Rica. El asunto se enredó ante la falta de tiempo por la cercanía con el horario del enfrentamiento. La opción de desplazar los guantes desde Valencia no era viable. Y la marca deportiva que surtía al cancerbero no tenía delegación en Granada. El rostro atribulado del meta en la concentración evidenciaba la gravedad del contratiempo.
No obstante, aunque la cuestión parecía irresoluble, contó con un desenlace satisfactorio. En la resolución del enigma aparece el nombre de Roberto Fernández, guardameta del Granada. El cancerbero cedió sus guantes a Keylor Navas. Fue una solución de emergencia que resolvió un inconveniente espinosa. A las 20.00 horas los onces del Levante y del Granada se aposentaban sobre el césped de Los Cármenes para iniciar la batalla. Desde posiciones antagónicas, Roberto y Keylor Navas tenían una visión espacial de privilegio. Aquel día los metas compartieron los guantes. El epílogo fue revelador. La suerte no fue esquiva con el Levante. Navarro y Pedro López ratificaron un triunfo con sabor a permanencia en el marco de la Primera División.