Ascenso a Primera División año 1963

El Deportivo y el Levante abrieron la promoción de ascenso en Coruña. Fue a finales de Mayo del 63 en el estadio de Riazor.

Montalvo adelantó a la escuadra local. La reacción granota fue titánica. Dominguez anotó la igualada en la reanudación. Wanderley marcó el gol del triunfo en los minutos finales. La eliminatoria se resolvería en Vallejo.

Los capitanes se saludan antes del inicio del partido decisivo. Había tensión en el campo e ilusión en las gradas. Al Levante le separaban noventa minutos de la Primera División. El sueño estaba cercano.

Vallejo se llenó hasta los topes para ver el partido definitivo. Los aficionados granotas abarrotaron el coliseo de la calle de Alboraya. La expectación estaba justificada ante el cariz que adquiría el encuentro.

El Levante cercó desde los primeros minutos la portería deportivista. La escuadra granota trató de encerrar a su oponente desde el arranque del partido. El mensaje era claro: Quería la victoria.

Y llegó el primer gol. Serafín no erró desde los once metros. Era una de sus especialidades. Su golpeo fuerte y seco fue incontestable para el meta foráneo. El Levante tomaba ventaja en el enfrentamiento.

Era un duelo de proporciones desmesuradas. Había muchas emociones. Los jugadores se emplearon a fondo en cada una de las acciones. Fueron noventa minutos repletos de pasión y también de incertidumbre.

Moltalvo logró la igualada en la reanudación. Faltaban nueve minutos para el final del partido cuando Vall deshizo el empate. El Levante volvía a ponerse por delante en el marcador y el duelo entraba en su ocaso. El ascenso no se podía escapar.

Manos arriba en Vallejo en señal de júbilo. Todo estaba justificado, el Levante había conquistado el ascenso a Primera División después de una eliminatoria repleta de complejidad. El sueño se cumplía.

El capitán Camarasa afrontó el encuentro pese a tener 40 de fiebre. Era el partido de su vida y nada le iba a impedir estar presente. No obstante, al final cayó desfallecido por el enorme esfuerzo realizado.

El gato subió a la palmera. La afición saltó al césped para compartir su alegría con los jugadores granotas. Vallejo vivió instantes de una felicidad extrema. La siguiente temporada cobijaría partidos de Primera División.

Domínguez y Quique vuelan por el cielo de Vallejo. El jugador y el entrenador fueron fundamentales en la consecucion de este éxito. Los aficionados no dudaron en celebrar con ellos este triunfo tan sobresaliente.

Esto es Valencia y las tracas atronaron con fuerza y eso que la jornada estaba marcada por el fallecimiento del Papa Juan XXIII. Sin embargo, fue imposible evitar las muestras de euforia inherentes al ascenso.

Los festejos se trasladaron al interior del vestuario del Levante. Clerigues abraza a Ramón Balaguer. Fue una sentida muestra de pasión por parte del presidente hacia el secretario técnico. Al lado sonríe Quique.

La plantilla y el cuerpo técnico del Levante marcharon a la Basílica para festejar el éxito con nuestra patrona. Se trata de una cita obligatoria y una tradición inamovible que sigue en plena vigencia.

La afición del Levante invadió las principales arterias de la capital en una celebración que se prolongó. Esa noche fue larga. La imagen condensa la emoción del ascenso conquistado. El Levante era equipo de Primera División.

Y de la Basílica al Ayuntamiento de la ciudad para compartir la alegría del éxito con las principales autoridades del consistorio valenciano. Clérigues se dirige a Adolfo Rincón de Arellano, alcalde y reconocido levantinista.

Esta fue la junta directiva del Levante que consiguió el tránsito hacia la Primera División. Eduardo Clerigues se convirtió en el primer presidente en ascender a la élite.