Este escudo del Levante, que remonta a la segunda mitad de la década de los años cuarenta, ha perdurado a las embestidas derivadas del inexorable paso del tiempo quizás como si tratara de buscar la inmortalidad. El distintivo ya no forma parte del jersey que le distinguía, pero todavía brilla con orgullo evocando un pasado que parece muy distanciado del actual presente. Alberto Pascual Escriche resguardó el marco de la portería del Levante U.D. en infinidad de ocasiones entre 1945 y 1950. Fueron cinco temporadas repletas de emociones en el plano deportivo y personal condensadas con un anhelado ascenso a Segunda División y la consolidación del equipo en el ámbito de la categoría de Plata.
El escudo del Levante, aquí mostrado, resplandecía con orgullo en la camiseta del cancerbero nacido en Gandía en noviembre de 1922 que también pasó por las filas del Hércules y Alcoyano. Se trata de una donación efectuada por sus descendientes a la sociedad levantinista. Y cuenta con un valor incalculable por la antigüedad que irradia. El escudo es un emblema distintivo que caracteriza a los clubes desde la noche del fútbol. En este caso, refulgen todos los símbolos que singularizan al Levante U.D. Desde la alternancia de las barras azulgranas, la inclusión del nombre del Levante en línea ascendente, incluyendo las guirnaldas fijadas en color oro o el sempiterno murciélago que parece envolver con sus alas a la entidad como si intentara ejercer de protector ante contingencias inesperadas.
Hay una singularidad que relaciona este escudo con otras muestras similares en poder del Área de Patrimonio y Documentación del mismo eje de la cronología. El murciélago tiene bordados los ojos y la boca. Es una particularidad durante las décadas de los años cuarenta y cincuenta. Lo cierto es que este escudo recupera la memoria perdida de una secuencia histórica marcada por una complejidad extrema. El presente recupera una década aristada. Eran los años del aislacionismo en el plano político. Las restricciones económicas eran incuestionables. Esa tendencia depresiva avivó el estraperlo y la especulación. La fusión entre el Levante F.C. y el Gimnástico, que determinó el nacimiento de la Unión Deportiva Levante-Gimnástico, todavía fustigaba la conciencia de los aficionados de cada una de las escuadras.
El Levante U.D. inauguró su expediente en la campaña 1941-1942 como equipo vinculado a la Segunda División. Sin embargo, su estancia fue efímera. En el curso 1945-1945 con Villagrá en el banquillo y con Alberto Pascual Escriche como miembro de la plantilla inició el retornó al segundo peldaño del balompié nacional. Pese a los problemas monetarios la institución rodeó al antiguo zaguero, en su estreno como técnico, de un grupo de jugadores curtidos en mil batallas. La prensa contemporánea acentuó de Alberto su exquisita colocación y la seguridad que imprimía en cada una de sus acciones. Estuvo guareciendo el marco granota en el choque decisivo por el retorno a la categoría de Plata ante el Atlético y en partidos recordados como la eliminatoria de Copa del Generalísimo ante el Athletic Club del ejercicio 1946-1947.