Bardhi se infiltró entre líneas para pisar el área defendida por Bono. El mediocampista encontró una rendija por la que atajar en dirección hacia la meta contraria. Campaña, desde la línea de medios, puso en funcionamiento su GPS particular. En la cabeza del centrocampista andaluz existe la posibilidad de imaginar cualquier acción antes inclusive de que se produzca. Campaña proyectó al internacional con Macedonia con un pase superlativo. Únicamente el cancerbero del Girona se interponía ante el gol. Bardhi alzó la mirada en busca de una resolución definitiva. Quizás le pegara al cuero desde la inmensidad de su corazón. Fue un golpe que nació desde la convicción. La diana acercaba al Levante a una permanencia en la máxima categoría que parecía en entredicho en las semanas anteriores.

Una explosión de júbilo asaltó a los más de trescientos levantinistas que estaban presentes en el coliseo catalán. La manifestación de exaltación se reprodujo a 500 kilómetros de distancia en la caldera en combustión del Ciutat de València. Fue un gol ampliamente celebrado por su relevancia. Restaban algo más de cinco minutos para echar el cierre a un duelo de contenido hiperbólico y, en ese instante, cada uno de los adversarios presentaba estados anímicos antagónicos. Morales y Badhi cambiaron el semblante de un duelo que amenazaba convulsión tras el certero remate de Stuani. La vida en noventa minutos de juego. No era un mero formulismo.

El Levante certificó la condición de primerdivisionista, ya de manera rigurosa, en el Estadio de Montilivi. La victoria trascendía. En cierto modo, la temporada granota finalizó en ese escenario. Todo lo que sucediera en la confrontación postrera ante el Atlético de Madrid carecía de trascendencia. Ese gol forma parte del patrimonio del Levante. Al igual que sus botas. Bardhi era la metáfora del entusiasmo a la conclusión de la confrontación. El futbolista capitalizó la atención. En su segunda temporada en la escuadra azulgrana invocaba la historia. “Hemos sufrido todo el año, ha sido un año de mucho sufrimiento, pero al final todo se paga, todo llega. El equipo y la afición se merecían. Solo quería pegar lo más fuerte que pudiera al balón para que entrara”.

Sus lágrimas sobre el verde, que fueron compartidas por el resto de la expedición, condensaron las emociones desarrolladas en una cita crucial. “Es la primera vez que me pongo a llorar sobre el campo. Nunca me había pasado”. Bardhi alojará todo lo acontecido en lo más profundo de su memoria. “Son cosas que nunca voy a olvidar. Fue un año con mucho sufrimiento y muy largo para todos”, recordó. “Siempre cuando marco me siento muy feliz, pero esta vez era todo muy especial. Creo que en ese instante vimos que estábamos salvados. La celebración fue una locura”.