El número 23 quedó anclado a la memoria del levantinismo desde la epifanía del tercer milenio. Era el dígito que distinguió a Iñaki Descarga durante su estancia en las filas de la entidad granota. Fueron un total de ocho temporadas desde su ingreso en el club de Orriols procedente del Eibar. Esta camiseta recrea la batalla que el Levante dirimió ante el C.D. Castellón en un duelo vinculado al universo la categoría de Plata. Sucedió en el transcurso del ejercicio 2005-2006. Aquella confrontación remonta al domingo 9 de abril de 2006.

La distancia geográfica entre la capital de La Plana y Valencia es de apenas 60 kilómetros. No obstante, las divergencias eran cuantitativas en virtud de los desafíos planteados por cada uno de los contendientes. El coliseo de Castalia fue el epicentro de un choque de miradas antagónicas. Convergía el innegable valor de la victoria y la cotización de los tres puntos. La discrepancia estaba en las proyecciones. El Levante trataba del reengancharse al ascenso tras el duro quebranto que supuso la derrota ante el Almería en el Ciutat en la semana anterior (2-4).

No había más justificación que el regreso al umbral de la Primera División después de un efímero paso en la temporada 2004-2005. El Castellón resurgía después de una primera vuelta de la competición luctuosa. Atrás quedaba el precipicio de la Segunda División B tras muchas campañas deambulando por ese espacio. El desasosiego marcó la conclusión de la confrontación (0-0). Nadie fue capaz de someter a su adversario sobre el verde. El empate definitivo parecía alejar al Levante y Castellón de sus retos cuando el calendario se aventuraba por la jornada trigesimosegunda.

La competición liguera cercaba su ocaso. No obstante, las emociones mutaron en las siguientes semanas. El Levante firmó 23 puntos en los diez postreros partidos. El Castellón consiguió 21 puntos en la misma secuencia para alcanzar una permanencia utópica. En Lleida la escuadra granota en la última cita de la Liga dependía en exclusiva de sus movimientos para avistar la Liga de las Estrellas. El gol de Riga en una acción embarullada quizás fuera la metáfora de un ejercicio caracterizado por un extremo sufrimiento.