El Ciutat de València huele a fútbol, pero también a música. El 30 de junio de 1983 los sultanes del swing envolvieron el coliseo azulgrana. La entrada, una donación de José Vicente Peiró, es el testimonio del paso del grupo que lideraba Mark Knopfler por el territorio levantinista. El verano despuntaba y los seguidores de la mítica londinense tenían subrayado en rojo fluorescente aquella fecha. No era una jornada menor. “El concierto promete ser uno de los acontecimientos importantes de la temporada musical en Valencia”.
Jorge G. Alapont en las páginas de cultura de Levante El Mercantil Valenciano acentuaba el contenido y la significación de la cita musical. “La gran expectación que ha rodeado al concierto que esta noche darán los Dire Straits en el campo del Levante hace esperar una gran afluencia de público”. Las previsiones se cumplieron. Las fuentes contemporáneas cifran en alrededor de veinte mil la cantidad de seguidores que se acercaron al Nou Estadi para convertirse en testigos directos de la histórica presencia de los Dire Straits en la capital del Turia tras pagar las mil cien pesetas que costaba la entrada.
Los Dire Straits aterrizaron en tierras valencianas en un instante determinante de su carrera. La formación defendía en directo su cuarto long play. ‘Love Over Gold’ adquiría primacía en el show articulado. Al filo de las diez de la noche se aposentaron en el escenario que prácticamente cubría la totalidad del área que recae sobre el fondo de Orriols. Seis camiones transportaron el material. La noche comenzó con una suavidad aterciopelada. La deliciosa ‘Once upon a time in the west’ gimió con tersura mostrando el lado más intimista y profunda de la banda.
Fue la epifanía. El grupo fue presentando la mayoría de las canciones de ‘Lover Over Gold’ quizás el disco que les acercó hacia los paisajes que colindaban con el rock progresivo. No obstante, Mark Knopfler agitó el repertorio encadenando viejos éxitos con temas de reciente composición. El sempiterno John Illsley al bajo, Pick Withers, Hal Lindes y Alan Clark ofrecieron un concierto sin grietas. ‘Sultans of swing’ y ‘Twisting by de pool’, que llegaron encadenadas, dimensionaron la noche. ‘Investigador Privado’, ‘Industrial Disease’, ‘Telegraph road’ o ‘Portobello Bello’ sonaron con vigor. ‘Romeo and Juliet’ y ‘Tunnel of Love’ fueron aclamadas por la grada. El ocaso llegó con Local Hero, un tema de película soberbiamente atacado por un dios de guitarra.