Juanfran sabía que aquella tarde de enero, en el Estadio del Ciutat, se convertiría en jugador centenario con la elástica azulgrana pegada a su cuerpo en el universo de la Primera División. Lo que no sabía, y ni siquiera llegaba a imaginar, es que capitalizaría el arranque y el epílogo de una cita que cruzaba al Levante y al Barcelona. El lateral, reconvertido a central durante el ejercicio liguero, por mor del criterio exhibido por Joaquín Caparrós, eligió una confrontación, que parecía sideral, para entrar a formar parte de la historia azulgrana. Y la tarde aventuró un caudal de emociones desde su epifanía. Los acontecimientos gestados, si se sigue escrupulosamente el orden en función de su desarrollo, lleva el origen del relato al arranque de la confrontación. Con los protagonistas de los dos equipos ya instalados sobre el campo, fue agasajado por los principales mandatarios de la sociedad.
El defensor recibió una camiseta enmarcada con el número 100 en su reverso, en honor a la cantidad de confrontaciones disputadas en el ámbito de la elite, que le entregaron al unísono Francisco Fenollosa y Quico Catalán. Fue el preludio de una jornada estelar. Con Juanfran, ubicado en el eje de la zaga junto a Navarro, el Levante resistió heroicamente los embates del Barcelona de Messi. En cierto modo, la escuadra local, en el duelo que marcó el nacimiento de la segunda parte de la competición liguera, vengó la afrenta que significó el amanecer de la Liga en el Camp Nou. El Barcelona se mostró despiadado e inhumano con el Levante. El resultado final fue elocuente (7-0). Vyntra sobrevoló el cielo estrellado de Orriols para confirmar los problemas del bloque de Martino en las acciones de estrategia.
El Barcelona se tambaleaba aunque Piqué recuperó el centro de gravedad tras superar a Keylor Navas. No obstante, el Levante se mantuvo erguido y evidenció argumentos suficientes para contrarrestar el mando y la supremacía de su adversario. Juanfran, tras el final del duelo, marchó al vestuario henchido de placer. El abnegado empate recompensaba el esfuerzo vertido sobre el campo por el colectivo, pero en el interior del sancta sanctorum le esperaba una postrera sorpresa. El defensa recibió por parte de Piqué una camiseta oficial del F.C. Barcelona que estaba rubricada por la totalidad de los jugadores que formaron parte de la convocatoria. El mensaje era evidente y acentuaba los cien partidos del capitán con la camiseta blaugrana de la institución granota.
La narración de Juanfran en el Levante constó de dos partes claramente diferenciadas. Hay una historia en maitines que coincide con la claridad de la carrera del jugador. Hay un punto de emergencia y de proyección en un espacio de la cronología que se fija en la fase intermedia de los noventa con un club que se debatía entre la Segunda División B y la categoría de Plata. Tras una carrera itinerante, el regreso en enero de 2009, lejos de suponer un punto y final o trazar la esfericidad perfecta del círculo para cerrar una trayectoria en la localización de arranque, supuso el inicio de un estadio totalmente desconocido que propagó al Levante hacia unas cotas totalmente desconocidas. Juanfran y un grupo de veteranos expertos y avezados en el arte del fútbol quebraron las leyes de la lógica para cazar un ascenso a Primera inesperado y proyectar al club con destino hacia la Vieja Europa. Juanfran resistió hasta el final del curso 2015-2016 para retirarse como granota.