Las fotos de Juan José Alabau

Juan José Alabau, miembro del consejo de administración del Levante U.D., comparte con los seguidores azulgranas medio centenar de fotos que retrotraen la mirada hacia la década de los años sesenta. Las instantáneas rescatan el espíritu del ya desaparecido y añorado feudo de Vallejo El escenario de las batallas ligueras en el formato de la competición liguera, que estaba ubicado entre la calle Alboraya y la calle Almazora, refulge de nuevo para acaparar protagonismo. Es una forma de recuperar sus contornos. La autoría de las fotos corresponde a Finezas.

La galería propone una travesía hacia el pasado con el fin de rememorar la memoria de futbolistas determinantes en la historia de la institución granota. Wanderley, Vall, Vidal, Ernesto Domínguez, Pons, José María o Blayet, entre otros, regresan a la primera línea de fuego. Es como si se calzaran las botas otra vez. Las imágenes recrean un balompié que se distancia enormemente de disputado en la actualidad. Hay una atmósfera que confiere melancolía por la lejanía del ayer.

Las fotografías honran a clubes históricos como el C.D. Castellón, Condal, Constancia, Mestalla, Elche, RCD Espanyol, C.D. Málaga, Badalona, Elche, Real Valladolid, Real Madrid o Real Zaragoza. La secuencia incluye la estancia del Levante en el universo de la Primera División durante los cursos 1963-1964 y 1964-1965. Es posible seguir el rastro de la escuadra blaugrana por la fatídica promoción de permanencia ante el C.D. Málaga, a la conclusión del ejercicio 1964-1965, y las aventuras inmediatas en el marco de la categoría de Plata durante el desarrollo de las campañas 1965-1966 y 1966-1967.

Durante esas temporadas el Levante buscó con ahínco la vuelta a la máxima categoría antes de iniciar un complicado éxodo hasta los infiernos de la Tercera División. La década de los años sesenta fue un período de emociones antagónicas por todo lo vivido. Las estampas adquieren mayor relevancia porque anuncian el ocaso definitivo del Estadio de Vallejo. Desde esa perspectiva, son el testimonio de un final que se ya acercaba. Vallejo entonaba su adiós.

No había vuelta atrás en ese instante de la cronología. La instalación estaba sentenciada de muerte desde los años últimos de los cincuenta. El coliseo hacía tiempo que ya no era dueño de su destino. Los proyectos para alzar un complejo deportivo más moderno y funcional se sucedían. El silencio se instaló para siempre cuando expiró el ejercicio 1967-1968. Fue un triste epílogo con un partido carente de significación entre el Levante y el Tenerife (1-0) en abril de 1968.