El miércoles 13 de marzo de 2013 Valencia olía a pólvora. Aquel día la expedición azulgrana abrió los ojos a una sideral distancia de la capital del Turia. El Levante vivía jornadas de exaltación agarrado con fuerza al universo de la Liga Europea. Las emociones se sucedían en una competición que provocó una peregrinación por el Viejo Continente. El desafío de los octavos de Final condujo a las huestes granotas hasta Moscú. Era el escenario escogido por Rubin Kazán para dirimir el partido decisivo de la eliminatoria. Aquel miércoles de marzo el grupo conocería el Estadio Olímpico Luzhnikí, inaugurado en julio de 1956 con el nombre de Estadio Central Lenin en honor al político que capitalizó la Revolución de Octubre de 1917 y se convirtió en el principal dirigente de la URSS en los primeros veinte. La sesión estaba pautada para la tarde por los miembros de la UEFA así que Juan Ignacio decidió emplear la mañana en cuitas menos trascendentes.

El colectivo desplazado hasta la capital moscovita decidió hacer turismo en las horas anteriores a la trascendente cita. El punto escogido fue la Plaza Roja de Moscú. Las calles estaban adornadas por un ligero manto blanco que las recubrían dificultando la maniobrabilidad de los transeúntes. La nieve propició estampas ocurrentes y divertidas. El grupo dejó constancia de su paso por uno de los principales centros neurálgicos de Rusia. Las concentraciones suelen ser tediosas, pero, a veces, hay momentos que se alojan en el fondo de la memoria para perpetuarse.

El grueso de los jugadores se fue adentrando por la majestuosa plaza visitando uno de los centros comerciales más exquisitos y distinguidos del planeta tierra cuando, de repente, se echó en falta la figura de Paco Fenollosa. Nuestro eterno presidente de honor no aparecía entre las distintas congregaciones que se habían efectuado durante el paseo. ¿Dónde estaba Paco? Su imagen no pasa desapercibida. La inquietud cundió entre la expedición, aunque la normalidad no tardó en exceso en regresar. El enigma creado contaba con una sencilla resolución. Paco se había quedado anclado en la zona donde se inició la marcha por miedo a resbalar pensando que el final de la excursión coincidía con el origen de partida, pero no era sí.

Rápidamente se inició un plan de acción para recuperar al mandatario. Paco Fenollosa fue izado literalmente por los aires para recuperar el espacio perdido. Y hay documento gráfico con Paco hierático como un armazón de granito saludando a los viandantes mientras se adentraba en la Plaza Roja ante los reiterados aplausos de los expedicionarios. El itinerario previsto siguió sin sobresaltos. Los jugadores, y cuerpo técnico, descubrieron parte de los muros del Kremlin y contemplaron in situ y, desde una perspectiva impagable, las coloridas y relucientes cúpulas en forma de bulbo de la Catedral de San Basilio. Paco Fenollosa formaba parte del grupo.

Parte de la historia de la extinta Unión Soviética que reposa entre los rincones de la Plaza Roja paso ante los ojos de la congregación granota. Este entramado arquitectónico sirvió de marco para acoger coronaciones de los zares. Allí está el monumento a Minin, un héroe en la lucha ante los polacos en el siglo XVII, y a Pozharsky, uno de los príncipes que batalló por la independencia de su país contra la invasión polaco-lituana del siglo XVII. En los muros del Kremlin reposan grandes figuras de la URSS como Stalin, Yuri Gagarin, primer cosmonauta en viajar al espacio exterior, o John Reed, escritor y periodista de Estados Unidos vinculado al comunismo, si bien la más ilustre atracción de ese enclave es el mausoleo de Lennin visitado por más de diez millones de personas. Nunca quedarán indicios de la visita granota, pero desde aquel 13 de marzo perdurará, aunque sea en el imaginario de todos los que estuvieron allí presentes.