El álbum de cromos de la temporada 1941-1942 se convierte en una reliquia evocadora de un tiempo pasado ligado a la historia centenaria del Levante U.D. Si pudiera alzar la voz ejercería de cronista de un período repleto de dificultades en el ámbito deportivo, pero también desde un prisma socio-económico en el marco de un país asolado que trataba de confinar los efectos devastadores de la cruenta Guerra Civil. El eje de la cronología está fijado en el nacimiento de la década de los años cuarenta. La intrahistoria determina que fue un período relevante para el futuro de la sociedad azulgrana.

Los ecos de la fusión entre el Levante y el Gimnástico estaban todavía muy presentes, pero en la campaña 1941-1942 la UDLG (Unión Deportiva Levante-Gimnástico) había derivado en Levante U.D. Los acuerdos alcanzados en junio de 1941 implicaron una drástica variación en la nominación de la entidad deportiva surgida tras la vinculación entre el club marino y el antiguo decano de la ciudad de Valencia a la conclusión del conflicto bélico. Las transformaciones alcanzadas no solo afectaron a la designación final de Levante U.D. El equipo cambió su apariencia sobre el campo tras adoptar los colores azules y granas que tradicionalmente habían caracterizado al club gimnastiquista desde sus orígenes en 1909.

El color azul y grana dominaba sobre el blanco y rojo de la elástica de la UDLG. Ese aspecto queda reflejado en este álbum de cromos. A diferencia de los inmediatos en el tiempo, los jugadores lucen la tradicional camiseta con las barras azulgrana y el escudo que singulariza al Levante U.D., si bien este distintivo irá evolucionando hasta adquirir la configuración del presente. La escuadra granota formaba parte del ecosistema de la Segunda División en el ejercicio 1941-1942. Competía en el Grupo II. No obstante, después de dos cursos coqueteando con el sueño que implicaba la conquista de la Primera División, el colectivo acabó descendiendo a categoría regional, ante la inexistencia de la Tercera División. Los problemas económicos determinaron que durante el verano de 1941 el club se desprendiera de sus mejores activos. Eran tiempos de carestía, de miseria y de supervivencia.

El álbum seduce la mirada. Tiene hechizo y atractivo. Rememora un fútbol muy distanciado del actual. La composición del documento es reveladora. Cada jugador se ubica en la demarcación que detenta sobre el campo. Hay una cierta estratificación en la concepción espacial de los futbolistas. La propia configuración sobre un hipotético terreno de juego concede pistas acerca del sistema táctico empleado en aquellos tiempos. Parece indudable que prevalece el juego ofensivo sobre el defensivo. La distribución es ilustrativa con cinco atacantes distribuidos en la vanguardia por los dos defensores y tres centrocampistas.

El álbum recoge una alineación habitual del curso 1941-1942 con Soro en la portería, Villagra y Pitarch como defensas, con Paris, Dolz y Rey en el medio del campo con Agustín, Costa, Carpena, Rubio y Segarra en el eje del ataque. Hay nombres legendarios en la historia del Levante Quizás Agustín Dolz y Rubio predominen sobre el resto. Dolz no defendió en su carrera deportiva otro escudo que no fuera el del Levante en la acepción Levante F.C., UDLG o Levante U.D. Su intachable hoja de servicios condensó un vasto relato entre las décadas de los treinta, cuarenta y primeros cincuenta. Después mantuvo una fidelidad inquebrantable con la entidad granota. Rubio, un veterano avezado, volvía al club en el que había descollado en la segunda mitad de los años veinte. Era su tercera etapa tras conquistar el Campeonato Regional del curso 1927-1928 y la aventura durante la Guerra Civil que le llevó a levantar la Copa de La España Libre.