‘Levante F.C. Academia de Fútbol, se dan lecciones a domicilio’. Cuenta la leyenda que esa pancarta adquirió brillo y luminosidad entre la inmensidad del Estadio de Mestalla. Fue en las jornadas finales del mes de mayo de 1935. Posteriormente esa pancarta recorrió distintos escenarios de la ciudad de Valencia. Su mensaje era diáfano y pudo leerse con claridad. Fue la metáfora de un triunfo glorioso, quizás el emblema de la histórica clasificación de las huestes marinas hacia el umbral de los cuartos de Final de la Copa de España del ejercicio 1934-1935. Enfrente surgía la imagen del poderoso F.C. Barcelona. Era un futuro cercano, pero el presente autorizaba el estado la euforia que cautivaba a los distintos estamentos levantinos.

En realidad, la epopeya empezó con anterioridad, aunque no había que alejarse mucho de la secuencia temporal establecida. La ronda de los octavos de Final de la Copa de España nació con un duelo superlativo para la ciudad del Turia. El Levante F.C. y el Valencia F.C. medirían sus fuerzas y sus credenciales en el interior del verde en un duelo sobre el césped del Campo de La Cruz y en el escenario de Mestalla. Era una eliminatoria turbadora por su dimensión. Las emociones eran antagónicas en virtud del paso emprendido por cada sociedad en el ámbito de las competiciones oficiales. El Levante arrestó a los adversarios con los que luchó en el universo del Campeonato Súper-Regional.

El bloque de los Poblados Marítimos, quizás en contra de los pronósticos efectuados por los analistas, se coronó campeón del torneo después de una intensa batalla ante escuadras que competían en Primera División con partidas económicas mucho más prominentes. Más tarde flirteó con el ascenso a Primera División en el estreno en el segundo peldaño del balompié español. La condición de triunfador del Campeonato Súper-Regional le guio directamente hasta los octavos de Final de la Copa de España. Era el cauce establecido. El Valencia pugnó ante el Gimnástico y frente al Hércules antes de mirar a los ojos de los jugadores blanquiazules en el pasto. Era el vigente subcampeón del torneo, pero su participación en la Liga fue grisácea.

El Valencia no escapaba a las críticas de los periodistas deportivos valencianos. En la capital el enfrentamiento no pasó desapercibido. Y el voltaje fue aumentando conforme se acercaba la fecha de inicio del combate a doble confrontación. El Campo de La Cruz estrenó la eliminatoria. El coliseo del Camino Hondo del Grao mejoró sus prestaciones para acoger un match de destino estremecedor. La instalación se llenó hasta los topes. La directiva grauera alcanzó un acuerdo con la compañía levantina de autobuses con el fin de fijar un servicio especial que facilitara el traslado de los aficionados al estadio. El punto asignado de salida fue la Plaza de Emilio Castelar, en la actualidad Plaza del Ayuntamiento.

El domingo 19 de mayo el tiempo pareció quedar paralizado en Valencia. El ímpetu y el empuje del conjunto marino confinó al Valencia de la cita. El Levante mordía en cada lance del juego. El Valencia trataba de defenderse y de zafarse de un rival de signo furibundo. La notable intensidad del once levantino decantó la confrontación, aunque hubo que esperar a la reanudación del encuentro para explotar su superioridad. Nebot se comportó como un coloso en la defensa de la portería blanca. Calero inauguró el marcador. Artigas anotó el segundo. Costa recortó las diferencias, pero fue una simple ilusión. Puig II y Nuñez convirtieron el duelo en un tormento para su adversario (4-1).

El segundo capítulo de la eliminatoria estaba fijado para el domingo 26 de mayo en Mestalla. La semana fue pródiga en acontecimientos. Los dos colectivos se enclaustraron en busca de la paz espiritual necesaria para afrontar el envite. El Levante marchó hasta El Perelló. El Valencia se encerró en Buñol. El partido se trasladó a las calles de la ciudad. En el centro y en los Poblados Marítimos el debate adquirió una magnitud extrema. El Valencia contaba con la participación de Gaspar Rubio. El Mago no pudo afrontar la cita en el Campo de La Cruz. Rubio había lustrado la camiseta del Levante en un tiempo no muy alejado. Era la gran esperanza blanca de un equipo con tendencia a la melancolía en un curso irregular.

El Levante volvió a golpear primero en el feudo de Mestalla. Felipe avisó de las intenciones con una diana reveladora. Costa igualó la contienda. El choque concluyó en ese estado. Cuentas las crónicas que el público de Mestalla distinguió con una cerrada ovación la marcha del terreno de juego de los jugadores visitantes. ‘Levante F.C. Academia de Fútbol, se dan lecciones a domicilio’. El miércoles 29 de mayo hubo un banquete en honor a los equipiers del Levante. Los festejos no se podían eternizar. El F.C. Barcelona retaba a las huestes marinas.