Fue el dos de junio de 1963. A las 19:15 horas de aquel domingo primaveral, marcado por la enfermedad que consumía al Papa Juan XXIII, el Levante conseguía realizar el tránsito celestial hasta la Primera División sobre la inmaculada pradera del feudo de Vallejo. El relato estaba compuesto por las treinta jornadas adscritas al Campeonato Nacional de Liga en el grupo II de la Segunda División con el desgasta adicional que significó disputar la Promoción de ascenso ante el Deportivo de la Coruña. Fue una eliminatoria a doble confrontación resuelta finalmente en el coliseo azulgrana merced a los goles de Serafín y Vall que desvirtuaron el contenido de la diana de Montalvo. Dieciocho jugadores dejaron su huella en el ciclo de confrontaciones. La gesta perdura en el imaginario del levantinista cincuenta años después de la materialización de los hechos descritos. La foto de equipo que penden en el Ciutat de València honra la memoria de los jugadores. Estos son los héroes del 63.  

CAMARASA; Fue el gran capitán de aquel grupo. Simbolizó la experiencia y el cuajo sobre el verde. Formado en la cantera del Levante, su presencia en el equipo era anterior al relato de los hechos del ascenso. Desde la segunda mitad de los cincuenta es posible seguir su rastro. De hecho, participó en la frustrada promoción de ascenso ante Las Palmas en el curso 1958-1959.  Disputó 22 partidos y su polivalencia le permitió situarse como defensa central o medio volante. Anotó un gol. Perdió la consciencia a la finalización de la cita ante el Deportivo de La Coruña y abandonó el rectángulo de juego en volandas. Cuenta la leyenda que disputó el duelo con 40 de fiebre.

CALPE; Nació para convertirse en futbolista granota. El primer tributo que recibió en vida fue la victoria conquistada por el UDLG, el equipo en el que se batía con ardor su padre, Ernesto Calpe, tras vencer al Girona. No obstante, la historia pudo cambiar de no mediar Blas Escrig y Paco Gandía cuando el joven futbolista parecía tomar el camino hacia Mestalla. Fue uno de los grandes protagonistas del ansiado ascenso. Actuó de lateral derecho e izquierdo y como medio volante en algunas ocasiones. Fue el paradigma de la regularidad. Participó en la conquista de la sexta Copa de Europa del Real Madrid y en los primeros setenta regresó al Levante para cerrar su carrera profesional.

PEDREÑO; Cambió el Atlético Ceuta por el Levante en el verano de 1962 junto a Céspedes. Una obsesión guiaba su destino como futbolista; la Primera División. Con la escuadra ceutí cercó el ascenso, pero no logró consumarlo. No erró cuando eligió el Levante para proseguir con su carrera, si bien le presentaron algunas ofertas tentadoras procedentes de la máxima categoría que le llevaron a la duda y a intentar revocar su compromiso inicial adquirido con el club que presidía Eduardo Clérigues. Recio y contundente, resguardó con eficacia la portería defendida por Rodri.

RODRI; Se comprometió en el caluroso periodo estival de 1962 con la entidad granota. Se había formado en la cantera del F.C. Barcelona. A su juicio, el Levante se convertía en una plataforma para ingresar en el exigente fútbol profesional. La competencia en la portería parecía dura en la pretemporada, pero no hubo debate durante el curso. Rodri echó la cancela y se aferró con fuerza al marco granota. Nadie le despojó de la condición de titular. En la retina dejó instantes repletos de heroicidad como el penalti que atajó ante Montalvo en el partido de ida ante el Deportivo en Riazor. Disputó los treinta partidos de la competición liguera, si bien se perdió la segunda parte del duelo ante el Mestalla en Vallejo por una inoportuna lesión.

WANDERLEY; Un conflicto de intereses entre el Elche y el Levante impidió que el atacante brasileño, hermano del valencianista Waldo, pudiera ceñirse la elástica azulgrana hasta el inicio de la segunda fase de la Liga. No obstante, su presentación en sociedad fue realmente rutilante. Anotó ante el Cartagena. Y mantuvo un constante idilio con el gol en los partidos siguientes. Conquistó once dianas en los catorce partidos que disputó. Y dejó su estela en el choque ante el Deportivo de La Coruña en el feudo de Riazor. Su producción anotadora, excelente, fue capital en la consecución del ascenso.

VALL; Era una de los supervivientes de la temporada anterior. Para el atacante catalán el curso 1962-1963 estuvo caracterizado por emociones contrapuestas. Participó en la mayoría de los partidos vinculados al primer tramo de la competición con Lelé en el banquillo, pero se alejó del verde tras la salida del preparador gallego y el ingreso del tándem conducido por Balaguer y Quique. No obstante, adquirió hechizo en las semanas finales del ejercicio. Para la historia quedará la consecución del gol definitivo que rompió la igualada y condujo al Levante hacia las puertas de la gloria. Disputó 20 partidos y se llevó el balón del ascenso a su casa.

SERAFÍN; Fue uno de los jugadores más regulares de la temporada como acentúan los 25 partidos que firmó. El relato del ejercicio de Liga está vinculado a su figura. El atacante navarro ofrecía constancia, trabajo y un plus de profundidad instalado en la banda izquierda del ataque blaugrana. Serafín alcanzó un lugar descollante en la historia en el choque ante el Deportivo. En el minuto cuarenta transformó una pena máxima cometida sobre Vall. Serafín custodiaba un gran secreto; nunca había errado desde los once metros. En ese sentido, era un consumado especialista. No le templó el pulso. Ni le flaquearon las piernas. Ajustó el balón al palo derecho de Betancort y celebró el primer gol. Tras su paso por el Levante marchó al F.C. Barcelona.

DOMÍNGUEZ; En el verano de 1962 aceptó la proposición realizada por el Levante. No fueron unas negociaciones sencillas, pero el futbolista catalán recaló en el club de Vallejo procedente del Espanyol. La calidad del pasto verde del coliseo del barrio de Alboraya se convirtió en uno aspectos cardinales en la entente alcanzada. No era un aspecto secundario para un jugador con magia. Era la distinción y el toque en un equipo de estilo metalúrgico; la poesía y la lírica con el balón pegado a sus botas. Organizaba, asistía y celebraba los goles. Dejó impregnada su imaginación en 26 partidos y sigue siendo el único internacional Absoluto por España con la camiseta del Levante.

GENTO III; Llegó cedido por el Real Madrid. De apellido ilustre y con estirpe, despuntó en las filas del Plus Ultra, un equipo que ejercía de filial del Real Madrid por aquellos tiempos. A la sombra de Paco Gento, un mito ya en vida en la entidad de Chamartín, dejó tardes bañadas de buen fútbol en el feudo de Vallejo ubicada en el eje de la vanguardia, principalmente como interior. Festejó tres goles.

CÉSPEDES; Llegó al Levante junto a Pedreño desde el Atlético Ceuta aunque se había formado en la cantera del F.C. Barcelona. Era uno de los futbolistas más reputados de la categoría de Plata. En su currículum había infinidad de heridas de guerra. Su experiencia era cuantificable, un aspecto importante para tabicar una de las zonas más comprometidas del campo. Era un futbolista valeroso y determinante; un seguro de vida para tratar de resguardar la portería blaugrana de las acometidas de los equipos foráneos.

CURRUCALE; Era uno de los futbolistas más experimentados del plantel. Conocía los entresijos y los misterios de la Primera División tras su paso por Las Palmas y Mallorca y luchó con tenacidad para reeditar viejas batallas en esa categoría. Currucale resplandeció en la medular en la etapa dominada por Lelé para regresar a la línea de medios en el tramo definitivo de la temporada, coincidiendo con los duelos de Copa y promoción ante el Deportivo de La Coruña.

CASTELLÓ; No tuvo inconvenientes en mudar la elástica del Valencia por las barras azulgranas del Levante. Y de trasladarse desde Mestalla hasta Vallejo para seguir instalado en la capital del Turia. Gozó de la protección y del apoyo de Lele y de la dupla compuesta por Quique y Balaguer. Defendió el escudo granota en 20 ocasiones. Aportó clase y carácter al servicio del Levante en la línea de medios.

TORRENTS; Repetía en el eje de la vanguardia tras el cambio de semblante que experimentó el Levante en el verano del 62. Torrents asumió el rol de goleador en el primer tramo de la competición. La ausencia de Wanderley propició que capitalizara la suerte del gol. Y algunas de las dianas obtenidas fueron deteminantes para el desarrollo de los hechos narrados. Era un delantero fogoso y sumamente impetuoso.

HARO; Repartió su producción futbolística como levantinista entre el extremo derecho y el centro del ataque. Procedía del Mallorca y era uno de los jugadores más experimentados de aquel plantel. En la entidad mallorquinista había saboreado la Primera División en los dos cursos anteriores. Tenía el gol imantado a sus botas. Con la camiseta azulgrana marcó nueve dianas. Si Haro descubría la ruta del gol, el Levante desterraba la derrota. Fue una norma durante el ejercicio del ascenso.   

ACHOTEGUI; La participación de este futbolista de origen vasco en la obra del ascenso a Primera resultó testimonial. Apenas si se ciñó la zamarreta azulgrana en dos confrontaciones oficiales.

BOIXET; Cambió el escudo del RCD Mallorca por el del Levante, junto a Haro y a Currucale, para situarse en la línea de medios, si bien nunca llegó a conquistar la titularidad. La competencia en aquel equipo por formar parte del once inicial era desaforada. Disfrutó de minutos en el formato de la Copa del Generalísimo.

ESTRELA; Era uno de los jugadores más jóvenes del grupo conformado. Nacido en el corazón de los Poblados Marítimos, recorrió todos los escalafones de las categorías inferiores para tratar de asaltar los muros del primer equipo. Con anterioridad, había compartido espacio en el Portuarios junto a Calpe. No tuvo muchas oportunidades en la competición liguera, si bien intentó metabolizar todos los conocimientos que tuvo a su alcance para seguir creciendo como futbolista.

CHOMIN; Vivió confinado por el cesarismo que impuso en la portería Rodri. Saltó al rectángulo de juego de Vallejo en la segunda parte del choque entre el Levante y Mestalla después de una lesión de Rodri.

ALUSTIZA; No disfrutó de minutos en la competición liguera en su primera temporada como jugador del Levante, si bien era uno de esos jugadores sobre los que debía fermentar el juego azulgrana en virtud de un currículum trufado de confrontaciones en Primera con la elástica del Real Zaragoza. Una inoportuna lesión le privó de la posibilidad de colaborar en el ascenso activamente desde el terreno de juego.

SANSÓN; Cerró la terna de porteros. Fue convocado en algunos partidos, pero no llegó a cruzar el umbral del campo con las botas y los guantes ajustados.

PALAU; Su documentación se quedó sin estrenar. Fue otro de los productos formados en la cantera granota. Fue superando estaciones y desafíos hasta desembocar en el primer equipo. No disfrutó de minutos.

QUIQUE Y BALAGUER; Conformaron una dupla de éxito alojados en el interior del banquillo. Tuvieron la misión de rehacer al grupo sobre la marcha tras la controvertida salida de Lelé hacia el Deportivo de La Coruña a la conclusión de la primera vuelta de la Liga. Recuperaron a un colectivo que había perdido la autoestima y lo precipitó hacia el universo de la máxima categoría.