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Contexto Histórico

El domingo seis de junio de 1937 el Levante F.C. entró en acción ante el Gerona en el feudo de Vallejo. Las crónicas resaltan que la lluvia matizó la evolución de aquella confrontación (2-2) La fecha adquiere relevancia por cuestiones deportivas. Era el punto de arranque del desarrollo de la Copa España Libre. La fecha también esconde aspectos alegóricos. Por aquellos días Pablo Picasso daba las postreras pinceladas al Guernica, una obra emblemática de su tiempo, que sería expuesta en la Exposición Internacional de París durante el verano de 1937. El domingo 18 de julio El Mundo Deportivo acentuaba el significado de la competición. “Acaso al correr de los años en la línea correspondiente al 1937 figure la palabra NO JUGADA en lugar de consignarse al vencedor sería injusto. Lo sería, aunque la Copa haya tenido esa fórmula extraña y poco deportiva. Lo sería tanto más porque los jugadores que son deportistas y son disciplinados, han sabido hacer honor al Torneo y lo han jugado con todo su empeño e interés”. Esa jornada el Levante F.C. y el Valencia F.C. desafiaron sus destinos en el Estadio de Sarriá: La Final de la Copa España Libre sancionó la superioridad levantina merced al gol conquistado por Nieto (1-0). El Levante quedó entronizado como campeón.

La Copa España Libre formó parte de un contexto histórico dominado por el dolor y por una terrible incertidumbre. La competición evolucionó entre los meses de junio y julio, aunque su génesis hay que buscarla con anterioridad en el tiempo. Como aconteció en los años inmediatos la Copa finiquitó un curso deportivo anómalo tras el estallido de la Guerra Civil. Desde octubre de 1936 en la España leal a la República hay constancia de trabajos destinados a la vertebración de un calendario futbolístico para la temporada 1936-1937 siguiendo la fórmula habitual, aunque condicionado por el conflicto bélico. Por norma, siempre aparece Ricardo Cabot como representante de la Federación Española de Fútbol. Los Campeonatos Súper-Regionales, la Liga del Mediterráneo y la Copa España Libre responden a ese planteamiento. ¿Pero qué sucedía en la vieja Iberia mientras los equipiers del Levante, Valencia, Gerona y Español contendían sobre el césped por el Trofeo donado por el Presidente de la República?

La Guerra estalló el 17 de julio de 1936 con la insurrección militar que tuvo como epicentro Melilla. Desde el Protectorado la rebelión se extendió hasta la Península Ibérica para gestar un país dividido en dos espacios antagónicos y totalmente irreconciliables. Valencia mantuvo una inquebrantable fidelidad a las estructuras de La II República constituida en las urnas en abril de 1931. Su compromiso fue decidido y desde la claridad de noviembre de 1936 asumió con orgullo las funciones de capital del Gobierno republicano. El cambio de residencia del Gobierno propició que durante aproximadamente un año las principales decisiones se adoptaron desde Valencia. La actividad del Gobierno republicano en la capital del Turia fue copiosa. Hubo situaciones singulares. Valencia acogió un congreso de intelectuales de talla mundial en el verano de 1937. En diciembre de 1936 el tradicional sorteo de Navidad se realizó en Valencia. Por vez primera en la historia de la lotería española, desde que se fundó en 1763, el sorteo se celebró en la ciudad del Turia. Valencia cobijó a refugiados procedentes de distintos puntos de la España republicana y albergó colecciones vinculadas al Museo del Prado. Espacios tan emblemáticos como las Torres de Serranos o el Convento del Patriarca hospedaron fondos procedentes del Tesoro Artístico Nacional de la pinacoteca española.

Durante la primavera de 1937, mientras los equipiers del Levante preparaban el asalto a la Copa España Libre con partidos amistosos, el tablero militar estaba perfectamente definido. La batalla por la estratégica Franja del Norte de España enfrentaba al ejército republicano y al bando nacional. Los planes militares de los sublevados habían variado ante la imposibilidad manifiesta de la ocupación de Madrid. Los reiterados fracasos determinaron un cambio sustantivo en la estrategia trazada. La Guerra se alargaría en el espacio-tiempo. Los nacionales ponían el foco sobre los territorios republicanos del Norte. Vizcaya, Santander y Asturias concitaban la atención. Esas regiones escondían un botín atractivo desde una perspectiva económica y desde un prisma simbólico al fragmentar definitivamente la II República. No había tregua. Las armas aullaban con virulencia por esas fechas.

La ofensiva sobre Vizcaya comenzó el 31 de marzo de 1937. Las operaciones militares se concentraban en el frente, pero la población civil se sentía desamparada e indefensa. Los aviones de la Legión Cóndor alemana arrasaron Guernica y Durango en las jornadas finales de abril de 1937. Guernica se convertía en la expresión de la barbarie y el terror y en el paradigma más diáfano del nuevo sentido que adquiría la contienda. El Gobierno de La República, presidido por Juan Negrín, denunció a la Sociedad de Naciones la furia de unos bombardeos que fueron la metáfora más absoluta de la barbarie. La repercusión en la Vieja Europa fue inmediata. Las cabeceras de periódicos tan representativos como The Times, Daily Herald, The Daily Telegraph, o L’Humanite presentaron al mundo las devastadoras atrocidades cometidas.

Los primeros goles del Levante en el trofeo coincidieron con un estrechamiento del cerco sobre Bilbao. El 18 de julio de 1937 Manuel Azaña reflexionaba en la Universidad de Valencia sobre la transformación que había sufrido la guerra por el apoyo de distintas potencias extranjeras (Italia, Alemania y Portugal) a los militares insubordinados. El presidente de la II República habló sin tapujos de invasión y criticó la actitud pasiva de Francia e Inglaterra. Ese domingo, en Barcelona, Nieto festejó el gol que validaba el triunfo del Levante en la Copa España Libre. Bilbao ya había caído en manos de la España Nacional. El ataque republicano sobre Brunete provocó la interrupción de las operaciones del Norte. Fue una detención temporal. La ofensiva sobre Cantabria se reanudó en agosto. Unos meses después quedó completada la conquista del Norte tras el sometimiento de Avilés y Gijón.