A principios de los años veinte del siglo pasado el fútbol en Valencia gozaba de excelente salud. La ciudad convivía con tres clubes principales (Valencia, Levante y el decano Gimnástico) y con otros no tan importantes (España, Athlétic, Stadium, Bancario, Norte, Fraternario, Benlliure, Llevantí, etc.) que hacía que por todos los barrios de la capital del Turia se viviera con pasión un deporte que solo contaba en la ciudad con un par de décadas de vida.

Pero la atención de la mayoría de los aficionados que acudían a presenciar los partidos se centraba, obviamente, en los tres grandes equipos. Y estos durante la temporada disputaban pocos partidos de campeonato y muchos más amistosos con equipos de la misma ciudad, de otras regiones del estado o con clubes extranjeros con quienes se concertaban encuentros aprovechando las giras que hacían por España o a quienes se les contrataba directamente.

Y los partidos oficiales eran pocos porque se centraban básicamente en los campeonatos regionales (las ligas nacionales no nacerían hasta finales de los años veinte) que establecían grupos de competición con pocos equipos que tuvieran la categoría necesaria. Por ejemplo, en 1923 el campeonato regional que se disputó en Valencia contó solo con cinco equipos (Valencia, Levante, Gimnástico, Athlétic y Castellón) y el de 1924 con uno más (en este caso fueron Athlétic, España y Stadium quienes acompañaron a los tres grandes). Y solo el campeón de esas competiciones accedía a posteriores fases con campeones de otros subgrupos de la misma región principal o de otros ámbitos regionales en el formato de la Copa de España. Esto hacía que los partidos de campeonato se acabaran muy pronto para la mayoría y que se tuviera que satisfacer la voraz demanda de fútbol con partidos amistosos de todo tipo. Que, por cierto, a veces de amistosos tenían muy poco, tal y como reflejan los diarios de la época.

En el mes de abril de 1923 el Levante ya contaba con varios partidos no oficiales a sus espaldas. A principios del mismo había goleado en el campo del Camino Hondo del Grao al Bellas Artes de Alicante por un seis a uno inmisericorde. Y eso que el equipo vino reforzado con Bayo, el gran extremo izquierda del Cartagena. Pero hay que decir también que Blau, el guardameta foráneo, tuvo una actuación bastante desgraciada. A los pocos días el Levante ofreció su campo de manera altruista para recaudar fondos para la Fiesta de Caridad e igualmente goleó al Benlliure por cuatro a cero. Una semana después concertó un par de partidos con el Catalunya de les Corts de Barcelona. Los de la ciudad condal también mordieron el polvo de manera inapelable. Cinco a cero perdieron en el recinto levantino en uno de los partidos disputados.

El sábado 21 de abril de 1923 el Levante publicitó en el diario valenciano EL PUEBLO la disputa de dos nuevos partidos amistosos en su campo del Camino Hondo del Grao. Y el anuncio era realmente sorprendente: El Levante iba a jugar contra el Levante. Sí, no era ningún error de imprenta. En realidad se trataba de un enfrentamiento entre el Levante FC de Valencia y el Levante FC de Badalona, dos equipos que tenían el mismo nombre pero que, evidentemente, eran diferentes entidades deportivas.

En la previa de los dos partidos la prensa alababa la gran calidad del conjunto catalán y destacaba la gran efectividad de su delantera que, además, se había visto reforzada recientemente por Ricardín, un notable exterior del Murcia FC. Sin embargo este doble enfrentamiento no empezó con buen pie. El primero de los dos encuentros se tuvo que aplazar por el mal tiempo. Lo de que las fuertes inclemencias meteorológicas obligaran a suspender un match era habitual en esos tiempos, no olvidemos que las condiciones de las instalaciones deportivas de entonces eran muy precarias.

Finalmente la prensa solo recogió el resultado de uno de los dos enfrentamientos disputados, si es que al final pudieron disputarse ambos. El resultado fue de empate a cero. Parecía, eso sí, el marcador perfecto. El Levante no perdió ni ganó ni marcó ni recibió ningún gol del Levante. Todo quedó en casa.