Es evidente que si hay un título levantinista conocido por el gran público es la Copa España Libre de 1937. Y no solo es popular la historia de aquel campeonato sino que también mucha gente sabe cómo es físicamente el trofeo.
Aunque en las vitrinas de un club con más de ciento once años de historia hay recuerdos de muchos otros logros que, obviamente, no han tenido la misma resonancia y que, sin embargo, esconden también relatos formidables. En el que desempolvamos hoy descubriremos la historia de la Copa Carsí y la extraordinaria singularidad que la hace única.
La Copa Carsí tras su restauración en 2020
La Copa Carsí data de julio de 1924. Más de noventa y seis años la contemplan. Y hablamos en presente porque tenemos la suerte de conservarla entre nuestros objetos más preciados justo ahora que está a punto de convertirse en centenaria. Además, hace poco ‘Piró Orfebres’ le ha hecho un lavado de cara que le ha dejado un aspecto fantástico. Y lo tiene porque desde el club de Orriols hay un empeño manifiesto por poner en valor toda una serie de objetos (trofeos, equipaciones, banderines, publicaciones, fotografías, pases, contratos de jugadores históricos, etc.) que conforman nuestra idiosincrasia y que se quieren preservar debidamente a través de las restauraciones que sean necesarias. El futuro gran museo del Levante U.D., que no tardará mucho en abrir sus puertas, recogerá todo este material para el disfrute del visitante.
Pero volvamos a la Copa Carsí y a la gran particularidad de este trofeo que le hace único… ¿Alguien ha visto alguna vez jugar un partido de fútbol a dos elefantes africanos? Está claro que nadie, era una divertida pregunta retórica. Aunque, bueno, nunca se sabe qué pasaría si se soltara un balón entre las patas de una manada de estos inteligentísimos animales… ¿Y alguien ha visto alguna vez alguna copa que haya ganado algún equipo de fútbol donde las asas del trofeo sean dos preciosas cabezas de elefante (con sus correspondientes colmillos de marfil) y las trompas de las mismas conformen los círculos que las cierran?
Seguro que muy poca gente. De ahí que esta peculiaridad le confiera a esta Copa Carsí una originalidad indiscutible. Y es evidente que un objeto tan excepcional solo pudo acabar en manos de un campeón que también alcanzó la excelencia: El Invencible, un equipo que fue el orgullo del levantinismo a principios de los años veinte del siglo pasado. Pero la historia de esa fabulosa formación la dejaremos para próximas actualizaciones de esta web.
Detalle del una de las asas, con forma de paquidermo
Veamos lo que dice la inscripción del trofeo: “Copa Carsí – Partidos 25 y 27 Julio 1924”. Por tanto… ¿Qué o quién era Carsí y cuál fue la historia de esos dos encuentros?
Carsí no era un lugar ni la denominación de un torneo, era una persona, un levantinista de pro, de esos que lo son “des d’abans de nàixer”. Enrique Carsí estuvo vinculado desde siempre al club de los Poblados Marítimos. Y de hecho fue miembro de varias juntas directivas (en una noticia de EL PUEBLO del 5 de agosto de 1924 aparece con el cargo de tesorero). Pero aparte de su pasión por el Levante nunca ocultó tampoco su afición por el ciclismo. Y de manera filantrópica patrocinó diversas pruebas deportivas donde siempre trató de combinar sus dos debilidades. El campo del Camino Hondo fue habilitado como marco para el deporte de las dos ruedas. El 4 de junio de 1924 el diario EL PUEBLO le felicitó como el donante de la copa que se llevó el vencedor de la carrera ciclista disputada el domingo anterior.
Ante el éxito de aquel evento Enrique Carsí decidió organizar otro mucho mejor para el mes siguiente. Y era mejor porque en esta ocasión el público iba a poder disfrutar a la vez de fútbol y de ciclismo. Las fechas elegidas fueron el viernes 25 y el domingo 27 de julio. Y todo bajo el paraguas de la Feria de Julio, la gran festividad veraniega que por esas fechas celebra siempre la ciudad de Valencia.
Los dos días las jornadas iban a arrancar con un gran concurso ciclista, organizado por la Velo-Club y patrocinado por el Levante, con premios en métalico, copas y medallas. Y los dos días también, a esas competiciones ciclistas le iban a seguir dos espectaculares partidos de fútbol entre los infantiles del Levante (campeón de Valencia) y el Unión Sporting Club (campeón de Madrid). Ese Levante era, nada más y nada menos, que el mítico once de El Invencible, el equipo a quien todos querían vencer pero nadie vencía. Y el ganador (en el cómputo general) de ese doble enfrentamiento se llevaría a sus vitrinas la preciosa Copa Carsí que ya estaba esperando dueño.
Anuncio publicado en el diario El Pueblo el 24 de julio de 1924
Un dueño que, a la postre, no dejó ninguna duda de ser el merecido triunfador del torneo. El Invencible pasó por encima del campeón de Madrid los dos partidos: 6 a 1 el primero y 4 a 1 el segundo. Y esta competición, además, supuso la consagración de un futbolista que iba a marcar época en el Levante: Francisco Puig (Puig II), autor de dos de los cuatro goles del segundo encuentro, el último de extraordinaria belleza. Trece años después Puig II formaría parte también de la legendaria formación que consiguió en la ciudad condal nuestro gran título: La Copa España Libre de 1937.