Se trata de una donación efectuada por Gerhard Bayer ‘El Alemán’ y Jorge Vicente Cabo Gimeno de Serra ‘El Caballero’. Quizás lo más llamativo del banderín conmemorativo del 75 aniversario de la fundación del Levante UD sea su excelente estado de conservación. Si el banderín pudiera alzar la voz para presentar al mundo levantinista sus credenciales y para certificar sus emociones apelaría al orgullo y también a la dignidad. Sentido de pertenencia para manifestarse con convicción y con autoridad. “Aquí estoy yo diría”, alimentando su autoestima con un punto indisimulado de altivez para ahondar en esa línea argumental. “Ha pasado el tiempo, pero mantengo la esencia y todo aquello que un día me dio singularidad”. El banderín del 75 aniversario destila carácter y personalidad. Tiene alma y temperamento. Su identidad es reconocida. Quizás esta atrevida personificación sea la metáfora de un club impulsado por el presente que no pretende desterrar su pasado. Dicen que uno de los grandes desafíos vitales es integrar el pasado con el presente para enriquecerlo. Y no es un simple juego de palabras.

“Este banderín es un regalo personal que realizó Antonio Aragonés a mi padre Gerhard Bayer”, rememora su hija Carolina Bayer entretejiendo el principio de la historia que esconde este emblema vinculado al universo del Levante U.D. “Mi padre tenía una estrecha relación con la directiva del Levante de aquella época”, manifiesta con un ápice de nostalgia. “No se perdía un partido y, en muchas ocasiones, solía desplazarse con ellos en los encuentros disputados fuera de Valencia”. Gerhard Bayer era un empresario vinculado a la restauración. La pizzería Karolina era de su propiedad. En los años ochenta por las mesas de aquel restaurante italiano convergían la mayoría de los deportistas valencianos. Los jugadores del Levante no eran ajenos a esa tendencia. El banderín perteneció durante muchos años ligado a la familia Bayer hasta que pasó a manos de Jorge Vicente Cabo Gimeno. “Fue un regalo que le hice por su cumpleaños”, matiza Carolina.

Ese trasvase estaba fundamentado. Jorge Vicente Cabo Gimeno es el abonado 20.142 del Levante. Por sus venas corre sangre azulgrana desde que su amigo, Juan Antonio Pérez Martínez, le inoculara el gen granota. Más tarde, al fallecer el padre de su inductor, Antonio Pérez Gómez, ocuparía su asiento como abonado. Solo había una condición impuesta que Carolina evoca: “Si él quería regalarlo en un futuro tenía que ser sin ánimo de lucro y a alguien que lo valorara”. En ese camino se entrecruza el Museo Virtual del Levante U.D. Cabo toma la palabra. “Esto es un homenaje a la figura de Gerhard Bayer, un gran granota”, precisa Jorge Cabo a modo de introducción. “Es un cuadro muy emotivo. De manera conjunta (en referencia a Carolina) hemos decidido donarlo con la condición de que se pongan los nombres de su padre y el mío”. Cabo manifiesta las motivaciones que han prevalecido en la decisión adoptada. “Me produce mucha emoción donarlo porque hace más grande al club. Estoy seguro que en el Museo que tendremos en unos años este banderín del 75 aniversario estará en un buen sitio”. La narración se completa con la inclusión de la Asociación de Exfutbolistas del Levante U.D. Javier Ariño ejerce de cicerone para poner en relación al Área de Patrimonio Histórico con sus dos amigos.

Lo cierto es que 1984 fue un año relevante en la historia ahora centenaria de la institución. En septiembre la entidad celebraba el 75 aniversario de una existencia plagada de vicisitudes. Ese aniversario coincidió con un período tenebroso. El sol seguía saliendo cada jornada de forma invariable por el Este, pero el Levante languidecía en el umbral de la Tercera División. El club atravesaba por una coyuntura económica que se caracterizaba por la incertidumbre y por la depreciación. Antonio Aragonés aceptó la presidencia de una entidad que bordeaba el ocaso. No era fácil asumir la dirección del Levante en aquellos tiempos de desasosiego. Aterrizó en una institución que competía en la categoría de Plata y apenas unos meses más tarde engrosaba la nómina de equipos adscritos al grupo VI de Tercera División. El verano de 1982 fue funesto. Al descenso deportivo desde Segunda División A, se sumó el descenso económico por impagos. El colectivo purgó penas en la cuarta categoría del fútbol español.

Pese a las contingencias, la Junta Directiva que presidía Aragonés decidió festejar el 75 aniversario. Quizás no hubiera lustre deportivo, pero existía tradición y acervo alrededor del Levante. A veces la dignidad no se pierda, pese a sentirte sometido. Felipe VI apadrinó los actos del 75 aniversario. Entonces era Príncipe de Asturias. El Levante tiró de orgullo para celebrar sus 75 años de vida. Era el decano de la ciudad, el equipo más antiguo de la capital. Eso no es definitivo, pero marca tendencia. La inauguración de la capilla del actual Ciutat de València surgió en ese contexto. Fue uno de los actos cenitales del homenaje que se dio el levantinismo militante. Fue en junio de 1984. Fue el preámbulo del regreso a la Segunda División tras eliminar al Fuengirola y Orense en la temida promoción de ascenso. Los festejos tuvieron como colofón la fuga desde las catacumbas de la Tercera División. Con la donación de Gerhard Bayer ‘El Alemán’ y Jorge Vicente Cabo Gimeno de Serra ‘El Caballero’, el banderín que conmemora el 75 aniversario vuelve al espacio del que salió. Quizás sea justicia poética.