El pase del Levante FC de enero de 1925 posee una consideración incalculable. Se trata de una donación personalizada de Miguel Solana. No es el primer documento cedido por Solana, veterano seguidor de la causa azulgrana, que retrotrae el tiempo al fútbol que se desarrollaba en la ciudad de Valencia en la década de los ‘felices’ años veinte. La disciplina del balompié se iba expandiendo para proyectarse por todos los rincones de la capital del Turia. Su velocidad de propagación era meteórica. En ese eje de la cronología ya formaba parte del imaginario de los valencianos aficionados a un deporte surgido en Inglaterra.

El Levante F.C. comenzaba en ese eje de la cronología a entrometerse en la rivalidad existente entre el Valencia y el Gimnástico. Los dos clubes de la ciudad acaparaban entorchados en el marco de la competición regional. La escuadra marina iniciaba una etapa resplandeciente. Atrás quedaban sombras y tinieblas. De forma gradual se fue colando en la fiesta del fútbol que se disputaba en tierras valencianas. Y su influencia se fue extendiendo allende su territorio más próximo. La conquista del campeonato del curso 1927-1928 marcó este nuevo estatus adquirido en el interior del rectángulo de juego.

El pase condensa los elementos que caracterizaban al Levante F.C en ese punto del calendario. El abono está expedido a favor de Francisco Belenguer. El nombre de la institución aparece en el frontis del documento. A la izquierda aparece el escudo distintivo de la sociedad en la franja intermedia de los años veinte. Es un distintivo más ancho que el utilizado con anterioridad. No obstante, persiste el murciélago representativo de la institución que parece proteger el escudo con sus alas, el nombre del club y el balón. Como el pase era válido para el mes de enero de 1925, el carné está legitimado por la firma de Tomás Pérez como contador y previsiblemente José Fenollós como presidente.