El sueño copero concluyó de manera fulminante y traumática cuando el cronómetro superaba el minuto 110 de la confrontación que reunió al Levante U.D. y al Athletic Club sobre el césped del Ciutat de València. Un zapatazo de Berenguer, que se fue envenenando conforme se acercaba en dirección hacia la portería azulgrana, conquistó las mallas defendidas por Aitor. Los rostros de los jugadores azulgranas pedían clemencia ante el desarrollo de una acción que no parecía prever unas consecuencias tan nocivas y funestas para el cómputo general de la eliminatoria de semifinales de la Copa del Rey 2020-2021. El disparo del jugador bilbaíno chocó en la espalda de Vukcevic antes de impactar en la base del poste y acariciar la red levantinista ante la mirada aterradora de Aitor. Fue un triste epílogo para una confrontación notable por su dimensión y por su significado.

El cielo engulló a un Levante que se había defendido desde la honestidad y desde el orgullo. Se batió con gallardía para mitigar su inferioridad en distintas fases del enfrentamiento. Durante muchos minutos inclusive fantaseó con la posibilidad de presentar sus honores en la Final de la Copa del Rey como contrincante del todopoderoso F.C. Barcelona. Lo que parecía una quimera en cuando el bloque eliminó al Racing de Murcia en su debut en la competición del K.O. podía convertirse en una realidad sustantiva. El Pistolero cazó un balón extraviado en el área rojiblanca para poner en franquicia el marcador. Roger había sido capital en el envite ante el Villarreal en una prórroga mágica. El escenario era el mismo. El choque entraba en una nueva dimensión, máxime tras el empate saldado entre los oponentes en el duelo de ida en San Mamés. Sevilla estaba mucho más cerca de lo que establece la distancia geográfica con respecto a Valencia, pero el partido fue tremendamente largo y alambicado para el combinado de Paco López.

El Levante resistió con heroicidad los embates de un Athletic Club feroz y muy físico. Parecía resistir hasta que una cruel carambola lo acercó al infierno. Quizás la diferencia entre los rivales estuvo principalmente en el aspecto físico. Los granotas echaron en falta algo más de fuelle para afrontar en plenas condiciones los minutos decisivos de la eliminatoria. El Athletic era una locomotora en plena combustión. El paso del tiempo no parecía mermar sus facultades. Lo angosto y ceñido del calendario, desde el nacimiento de 2021, las bajas entrelazadas de protagonistas determinantes, principalmente en la zona del medio del campo, y la carga de minutos mermaron al colectivo de Paco López. No es una excusa.

Aconteció hace 86 años con aquel Levante de apellido FC que se presentó en el prólogo de la Final de la Copa de España ante el Sabadell tras noquear al Valencia y Barcelona en octavos y cuartos de Final respectivamente. Había derribado en su tránsito copero a dos candidatos al título que militaban en el escalafón de la Primera División. Las semifinales permutaron la condición de un Levante que había conquistado el Campeonato Súper-Regional para estrenar la campaña 1934-1935. Aquel Levante previo a la Guerra Civil estaba integrado por un grupo de insurrectos que desconocían el miedo. Los roles no existían al saltar al rectángulo de juego. Y si existían quedaban confinados por juego y por disposición. La eliminatoria ante el Barça se resolvió en el feudo de Torrero en Zaragoza (3-0) después de sendas igualadas en Les Corts (2-2) y en el Campo de La Cruz (1-1).

No hubo tregua en una agenda cargada de acontecimientos sobre el césped. El pitido final en los Poblados Marítimos propició la preparación del encuentro decisivo en la capital mañana. Fue el martes 11 de junio de 1935. En apenas una semana los jugadores blanquiazules disputaron el partido de vuelta, el choque de desempate ante el Barça (3-0) y el duelo que inauguró las semifinales en el Campo del Camino Hondo del Grao (1-2). El bloque alcanzó la cita ante la escuadra arlequinado desgastado por la gesta que supuso apartar al Barcelona de la ruta de la Copa. Los equipiers estaban fundidos por el tremendo esfuerzo realizado. Sus piernas pesaban tres quintales cuando antes se deslizaban sobre el campo como turbinas. Las crónicas de la época acentúan esta variable.

La prórroga parecía consumir el choque entre el Levante y el Athletic Club del presente. No había excesivas noticias de ninguno de los dos contendientes en esa fase del duelo. Y por el horizonte surgía la dictadura de los penaltis como colofón a una eliminatoria homérica disputada desde la convicción y el atrevimiento por cada uno de los onces. No obstante, el partido quedó resuelto de la manera más cruel y despiadada para las huestes blaugranas. Berenguer destrozó los sueños de los estamentos levantinistas en el momento más inoportuno. Fue un golpe mayúsculo difícil de digerir. Ya no quedaban fuerzas para rendir al Athletic Club. La ferocidad de la derrota no debería empañar la notoriedad del camino emprendido por el equipo de Paco López desde el despuntar de la competición en Lorca ante el Racing de Murcia (0-5). Portugalete, Fuenlabrada, Valladolid y Villarreal alimentaron la epopeya de un bloque que alcanzó la ronda de semifinales 86 años después de su última comparecencia en ese firmamento, si bien habría que resaltar la consecución de la Copa España Libre en julio de 1937.