Así es. Aunque mucha gente no lo sepa el genial delantero montenegrino vistió la camiseta levantinista durante una temporada. Fue en la 2002/03 y con su presencia casi se logró el objetivo para el que fue fichado: Ascender a Primera División. El cuarto puesto final, detrás de los tres que subieron (Albacete, Zaragoza y Murcia), dejó un sabor agridulce que el Levante de Manolo Preciado solventó un año después con su mítico ascenso a Xerez de 2004. Podríamos decir que aquella aventura granota de Mijatovic fue el preludio del mejor Levante de la historia. Hasta entonces, en noventa y tres años de vida, solo en dos se había estado en Primera. Tras el paso de Mijatovic, en trece de las dieciocho temporadas posteriores el club azulgrana ha formado parte de la élite del fútbol español. Y de las últimas diez (contando la actual) solo en el curso 2016/17 se ha militado en Segunda División.

Mijatovic, futbolista del Levante U.D. durante el curso 2002/03

El currículum futbolístico del montenegrino es equiparable al de los grandes futbolistas europeos de siempre. A finales de la década de los noventa alcanzó el estatus de máxima estrella del fútbol mundial. En 1997, durante su segunda temporada en el Real Madrid, fue elegido Balón de Plata. La revista francesa especializada France Football le acreditó como el segundo mejor jugador del mundo, por detrás del brasileño Ronaldo Nazário, que obtuvo el Balón de Oro. Por cierto, el Balón de Bronce de aquel año fue para Zinédine Zidane.

Predrag (Pedja es el diminutivo por el que se le conoce) Mijatovic nació en Podgorica (Montenegro), la misma localidad donde también vino al mundo Nikola Vukcevic, otro magnífico centrocampista con el que cuenta la actual plantilla granota. La carrera de Pedja explotó tras su paso por el Partizan de Belgrado, desde donde saltó a la Primera División española. El Valencia se hizo con sus servicios y en su tercera y última temporada con el club che logró el subcampeonato de Liga, siendo, además, el segundo máximo goleador de la competición con 28 goles. La siguiente campaña fichó por el Real Madrid (algo que nunca le perdonaron los aficionados valencianistas) y durante los tres años que pasó en la entidad merengue alcanzó sus mayores éxitos profesionales. En 1998 formó parte del equipo que ganó la séptima Copa de Europa (marcando el único gol de la final), treinta y dos años después de la última, aquella de la que había sido partícipe la leyenda granota Antonio Calpe. De la capital de España marchó a la Fiorentina, donde también estuvo tres cursos, pero sus continuos problemas físicos le impidieron rendir en condiciones. Y cuando parecía que a sus treinta y tres años le había llegado la hora de la retirada, surgió la posibilidad de alargar su carrera un año más y aceptó la propuesta de regresar a España (influido también por sus circunstancias personales) para jugar con el Levante U.D. de Valencia.

Su trayectoria con los diferentes combinados nacionales de los que formó parte tampoco es desdeñable. En 1987 se proclamó campeón del mundo Sub-20 con la desaparecida Yugoslavia. En el torneo celebrado en Chile, el once balcánico se impuso en la final a la República Federal de Alemania y entre sus compañeros de aventura tuvo a los croatas Prosinecki y Suker, con quien luego coincidiría durante sus tres años como madridista. Posteriormente, integrando la selección de Serbia y Montenegro, jugó el Mundial de Francia de 1998 y la Eurocopa de 2000, disputada en Bélgica y los Países Bajos.

Su llegada al club granota fue un bombazo mediático. De hecho, junto al chileno Carlos Caszely (1973) y los holandeses Faas Wilkes (1958) y Johan Cruyff (1981), constituye el póker de los cuatros fichajes más sonados de la historia del club. Todos cuando el equipo militaba en la categoría de plata y trataba de ascender a Primera División. Y aunque con ninguno de los cuatro se logró el objetivo, es indudable que con estas estrellas del balón se habló del Levante en toda España como no se había hecho antes.

Mijatovic, uno de los fichajes más mediáticos del Levante U.D.

Las circunstancias del Levante a principios del verano de 2002 no auguraban, para nada, el cambio tan positivo y radical que aconteció poco después. El equipo, tras una deficiente campaña en Segunda, había descendido a la categoría de bronce con 50 puntos, algo insólito hasta entonces. El desafortunado récord granota se mantuvo hasta la temporada 2019-20, cuando el Deportivo de La Coruña bajó con 51. Y ya se preparaba una plantilla para salir cuanto antes del pozo de la Segunda B cuando surgió el tema del Burgos. El club castellano descendió al no poder convertirse en sociedad anónima deportiva y el Levante volvió a la categoría de plata. El único problema que había era el poco tiempo que quedaba para planificar la nueva temporada. Y, pese a ello, el máximo accionista, Pedro Villarroel, decidió apostar con todo para hacer un equipo que optara a subir, algo impensable hasta entonces. Así fueron llegando incorporaciones de nivel como Rivera, Félix, Aizpurúa, Olías, Jofre, Congo, Amato y, por encima de todos, la joya de la corona, el montenegrino Pedja Mijatovic. La ilusión de todo el levantinismo se desbordó. De repente, el Levante tenía un equipo de muchísima calidad y la opción de jugar contra los más grandes dejaba de ser una utopía.

Dos hechos influyeron para que el genial delantero decidiera lucir la zamarra azulgrana. Uno deportivo: La Fiorentina, la escuadra italiana donde había recalado las tres últimas temporadas, se había declarado en bancarrota y todos los futbolistas quedaron libres. Y otro humano y, sin duda, el más decisivo: Su hijo Andrea (uno de los dos que tuvo con la diseñadora serbia Elena Karic), nacido en Valencia en 1994, sufría hidrocefalia, una grave enfermedad. Desde entonces vivía en la capital del Turia junto a la familia Cervera, amigos íntimos de los padres. Jugar en el Levante le iba a permitir reencontrarse con su hijo.

Pero, además, Mijatovic era un amante de los retos difíciles: Capitanear el regreso del club de Orriols a la máxima categoría, cuarenta años después del último ascenso, le motivaba sobre manera. Y su deseo de querer revivir el gran derbi valenciano, tanto tiempo desaparecido, era música celestial para el levantinismo. Las palabras del delantero balcánico el día de su presentación, el 9 de septiembre de 2002, fueron toda una declaración de intenciones. La estrella montenegrina (con una ficha de seiscientos mil euros) llegaba para una temporada con opción a otra si se conseguía el ascenso a Primera División. Y sus declaraciones, que rebosaban optimismo, emocionaron a la parroquia granota: Si puedo tener un deseo en el día de mi presentación sería cumplir el objetivo que tenemos, que si todo va bien es subir a Primera, y la próxima temporada jugar los dos partidos contra el Valencia, uno en Mestalla y el otro en casa.

Presentación de Mijatovic el 9 de septiembre de 2002

Además, se escogió un escenario de película para su puesta de largo. Aprovechando su condición de patrocinador aquella temporada, el parque temático Terra Mítica de Benidorm (Alicante) reunió a toda la expedición levantinista que hasta allí se desplazó para la presentación en sociedad del astro montenegrino. Y la repercusión mediática a nivel nacional fue absoluta, acudieron numerosas televisiones y publicaciones deportivas. El primer objetivo, que se hablara del Levante en toda España, estaba conseguido.

El día de la presentación en “Terra Mítica”. De izquierda a derecha Manolo Salvador, Julio Romero, Quico Catalán, Pedja Mijatovic, Antonio Blasco, Manuel Vinaixa y Paco Fenollosa

Manuel Vinaixa, Pedja Mijatovic, Antonio Blasco y Manolo Salvador disfrutando de la atracción “El vuelo del Fénix” de “Terra Mítica”, donde se experimenta una caída de 54 metros en 3 segundos

La guardia pretoriana de “Terra Mítica” rindiendo tributo al gran Pedja Mijatovic el día de su presentación como granota

Solo faltaba que acompañaran los resultados. Y el domingo siguiente, el 15 de septiembre, llegó el día de su debut. En la segunda jornada del campeonato aterrizó en el Ciutat de València un rival del máximo pedigrí, el Real Zaragoza, un histórico del fútbol español que, además, acababa de descender de Primera División. El ambiente fue espectacular, nada más y nada menos que doce mil espectadores acudieron aquel día al estadio. Hoy esa cifra puede parecer irrisoria pero en aquellos tiempos lo habitual eran entradas que no sobrepasaban los cinco o seis mil asistentes. El Levante ganó y ganó bien, aunque el 3 a 2 final pudiera parecer otra cosa. Los goleadores fueron Amato, Limones y Jofre (que marcó el gol de su vida) pero todos los ojos estuvieron puestos en el montenegrino que, aunque no anotó, asistió con un centro perfecto a Limones en el segundo. En el minuto 84, tras una atronadora ovación, Mijatovic fue sustituido por el centrocampista Rivera, que también debutó como granota aquel día (tenía 24 años) y que, durante las tres siguientes temporadas, se iba a convertir en una leyenda del levantinismo. Un año después, deslumbrando a todos desde la medular, guiaría al Levante de Preciado hasta el mítico ascenso de Xerez de 2004.

El debut de Mijatovic como granota contra el Zaragoza. En la foto sufriendo el duro marcaje del centrocampista Jesús Muñoz

El primer gol de Pedja con la camiseta azulgrana no tardaría en llegar. Fue en la tercera jornada contra el Almería y, aunque lo hizo de penalti, sirvió para que el Levante lograra empatar a dos a falta de un minuto para la conclusión. Y en el siguiente partido, disputado contra el Eibar en el Ciutat de València, volvió a marcar para adelantar al Levante en un match que se acabó ganando por 3 a 1. Y ahí sí, ahí sí que dejó constancia de su clase excepcional. Porque su segundo tanto como granota fue de una calidad extraordinaria y quedó, para siempre, como uno de los mejores goles vistos jamás en Orriols. El defensa Olías, justo antes de llegar a la línea de medio campo, envío un balón en profundidad que Mijatovic, viniendo en carrera junto a los dos centrales eibarreses que le marcaban, pinchó espectacularmente a la altura de la línea exterior del área visitante. Los defensas Zarraga y Sarriegi se pasaron de frenada y Pedja, solo ante la salida del meta Riesgo, le picó la pelota con la suavidad de un guante de terciopelo y, ante el delirio de la grada, la bola se alojó mansamente en la red.

El 28 de septiembre de 2002 Mijatovic marcó un gol para la historia en el Ciutat de València

El Levante no pudo comenzar mejor la competición. El ascenso dejaba de ser una quimera y la ilusión de la afición aumentaba por momentos. El club permaneció invicto hasta la novena jornada, cuando cayó 2 a 1 en su vista a Xerez. Pero en las dos anteriores lideró la clasificación de la Segunda División, algo que también repetiría en las jornadas decimoprimera y decimosegunda. El primer cuarto del campeonato fue, sin duda, lo mejor de aquella temporada. Su tercer y último gol como granota (y también el último de su excelsa carrera profesional) lo firmó en el Ciutat de València, en el partido que cerró la primera vuelta contra el Oviedo. El tanto fue el único del encuentro y permitió la victoria levantina. Y dos circunstancias más lo hicieron especial: Fue el gol 1.500 del Levante en Segunda División y el montenegrino lo marcó de cabeza (algo inusual en él) en la portería del gol Alboraya, tras rematar un excelente centro desde la derecha del centrocampista Carpintero.

Este once llegó a Xerez como líder de la Segunda División. De izquierda a derecha y de arriba abajo: Rafa, Carpintero, Félix, Olías, Christian Díaz, Congo, Mijatovic, Jofre, Castaño, Limones y Descarga

Pero si hay que hacer un balance estrictamente deportivo de su aportación aquella campaña hay que reconocer (y él fue siempre el primero que lo hizo) que su rendimiento no fue el que todo el mundo esperaba. Lastrado por un físico que no le respondió como a él le hubiera gustado, solo jugó la mitad de los partidos, trece en la primera vuelta y ocho en la segunda. Además, la grave enfermedad de su hijo Andrea, que le hacía acudir al hospital con mucha frecuencia, tampoco le ayudó a centrarse anímicamente.

Y aunque el equipo siempre estuvo en la lucha por subir a Primera División, justo cuando llegó la parte decisiva de la temporada, Pedja no pudo ayudar a sus compañeros. De la jornada 33 a la 36, de los doce puntos en juego, solo se lograron tres y ahí se esfumó el tren del ascenso. En la 33 se escapó una victoria decisiva en Albacete en el tiempo añadido, cuando un lanzamiento de falta en la última jugada del partido, aparentemente sin peligro, se coló en la meta de Rafa para sellar el dos a dos definitivo. En el siguiente partido se volvió a empatar en casa frente al Polideportivo Ejido y, como ocurrió en el anterior, tampoco jugó Mijatovic. En la 35 sí que lo hizo pero su participación no ayudó a pasar del empate a uno en Salamanca. Y de vuelta al Ciutat de València, en la jornada 36, el equipo perdió 1 a 2 contra un Córdoba que no se jugaba nada y que generó, además, un incidente entre Pedja y el técnico granota Carlos García Cantarero que, al final, acabó con la destitución del entrenador madrileño. Mijatovic, que estaba en el banquillo, se negó a jugar los últimos diez minutos del partido y cuando el míster le indicó que saliera a calentar, el montenegrino le dijo que nones con una frase inequívoca: ¡Monstruo, calienta tú si quieres! Y la cuerda, claro, se rompió por el lado más débil: Cantarero fue destituido y su puesto fue cubierto, durante el resto de la temporada, por el hasta entonces preparador físico José Gomez.

Pero Pedja ya no pudo despedirse de la afición granota en Orriols. Los dos siguientes encuentros, los últimos que jugó como levantinista, los disputó fuera de casa. El primero fue un nuevo empate en el campo de Las Palmas, esta vez a uno. Y el segundo fue el partido que sepultó las exiguas opciones que aún quedaban para poder subir a Primera. La derrota por 1 a 0 en Murcia ante quien, finalmente, terminó siendo el campeón, fue su último partido, no solo como granota, sino también como futbolista profesional. Un encuentro, por cierto, en el que también fue sustituido por problemas físicos al poco de comenzar la segunda parte. Un final sin épica ni glamour para alguien que lo había sido todo en el fútbol mundial. Quedaban todavía cuatro jornadas por disputarse y las matemáticas certificaron, a falta de dos, que ese año tampoco iba a ser el de la vuelta del Levante a la máxima categoría del fútbol español.

La camiseta de Mijatovic que aquel curso 2002/03 numerosos granotes adquirieron como recuerdo

Mijatovic acudió a numerosos actos sociales para confraternizar con la afición. El 27 de noviembre de 2002, formando parte de una representación del primer equipo masculino y femenino, estuvo en la inauguración de la peña levantinista “Fila XI”. De izquierda a derecha Mijatovic, Rivera, Carpintero, Congo, Sérvulo, Laura Ots y Carlos Sastre

En febrero de 2020, en una extensa entrevista que le hizo el periodista Carlos Ayats para el programa radiofónico Sin Tregua, Mijatovic repasó su experiencia granota. Recordó con emoción su paso por el Levante, el enorme cariño que le brindó la afición y que, desgraciadamente, no pudo devolver con ese ascenso que no se logró y de cuyo fracaso se consideró el máximo responsable, algo que le honra. Aunque también recordó lo difícil que es jugar en Segunda División (para él mucho más que en la élite del fútbol español) y los durísimos marcajes que tuvo que sufrir (a causa de los cuales también tuvo que perderse por lesión algún que otro partido). Pero también puso en valor que ese curso fue el preludio del ansiado ascenso que se lograría en Xerez un año después y del comienzo de la mejor época de la historia del levantinismo. Y la evocación de una anécdota muy simpática habló también de su sencillez y de su profesionalidad. Por aquel entonces aún no existía la Ciudad Deportiva de Buñol (se inauguraría en junio de 2003) y el equipo iba peregrinando por pueblos de la provincia (como Picassent, Loriguilla o Bétera) para entrenar. Y, precisamente, un día que Carlos cubrió la sesión de un entrenamiento en Bétera, fue testigo de algo insólito: Vio salir a Mijatovic del vestuario, con la toalla en la cintura, sin poder ducharse, porque ese día no había agua caliente. Pero a él, todo un campeón de Europa, acostumbrado a cambiarse en los vestuarios de los mejores estadios del mundo, no se le caían los anillos por cosas como esas. Sabía donde estaba y las circunstancias del equipo que defendía. Curtido, además, en los tiempos duros de la antigua Yugoslavia, aquello tampoco supuso para él ningún trauma. En resumen, tras su aventura azulgrana, Pedja le confesó a Ayats que ya se sentía para siempre un poco granota y que se enorgullecía mucho de la marcha del Levante en la última década, que le ha permitido afianzarse entre los más grandes de manera casi definitiva.

Y para terminar rescatamos unas opiniones muy interesantes que, sobre el fútbol en general, realizó Pedja Mijatovic en septiembre de 2002, al poco de fichar por el club granota. En una entrevista realizada para el periódico Diario de Valencia por el entonces periodista y hoy máximo responsable del Área de Patrimonio Histórico del Levante U.D. Emilio Nadal, el montenegrino habló, por ejemplo, de la fugacidad del éxito: En el mundo del fútbol existen los momentos dulces y los amargos, y tienes que estar preparado. No hay que volar muy alto cuando todo va bien, ni caer demasiado bajo cuando las cosas marchan mal. Siempre hay que mantener una línea constante como futbolista profesional. He tenido momentos muy bonitos y nunca presumí en exceso. Siempre he respetado a todo el mundo. El respeto es fundamental para la condición humana. En otro momento, comentó también la importancia de ser consciente de que el éxito en este deporte radica en el equipo, nunca en la individualidad: Jamás he tenido problemas con nadie. En el Levante, aunque han llegado jugadores nuevos, tengo que destacar que tenemos un vestuario muy sano. Eso es muy importante, muy importante. Porque cuando no acompañan los resultados, cuando las cosas no van bien, y a lo largo de una temporada suele suceder, el grupo junto con el entrenador saca el equipo adelante. Si no hay grupo los primeros malos resultados rompen la dinámica. Y una última perla sobre su autoexigencia como profesional: Siempre pienso en los errores que he cometido ya que soy muy crítico conmigo mismo.

Mijatovic fotografiado en el Palco Vip del Ciutat de València para la entrevista de “Diario de Valencia”