Fue el 1 de julio de 2011. Al filo de las 11:40 horas una escueta nota de prensa en la web oficial del Levante U.D. confirmaba el fichaje de José Luis Morales como nuevo jugador del Atlético Levante para la temporada 2011-2012. Para ser leales con el mensaje lanzado, y también con la historia, habría que incluir el nombre del central Juanma Fernández. Las contrataciones llegaban a pares en la apertura del mes de julio para el combinado que dirigía desde el banquillo José Gómez, en la actualidad delegado del primer equipo. El filial granota recomponía su semblante después de una campaña deportiva repleta de aristas y de complicaciones en el ámbito de la Tercera División.
El texto ofrecía unas pinceladas que barnizaban las características técnicas del atacante madrileño. “Morales puede jugar tanto de segundo delantero como por ambas bandas y recala en las filas del Levante U.D. B procedente del C.F. Fuenlabrada, donde la pasada temporada se proclamó tercer máximo goleador del Grupo 7 de Tercera División con 20 goles. Anteriormente, Morales ha defendido la camiseta del A.D. Parla, también en Tercera”. En las jornadas inaugurales de julio de 2011 nacía una alianza entre la sociedad azulgrana y Morales que diez años más tarde adquiere la condición de leyenda. El paso del tiempo se ha encargado de solidificar una entente que germinó, como sucede en los desenfrenados romances, a caballo entre la casualidad y el más puro azar.
La historia ya es celebérrima. Juan Luis Mora recordó en una entrevista en 2018 para la revista oficial del Levante el proceso que supuso el aterrizaje de uno de los mitos del levantinismo. Su voz forma parte de la sección de testimonios del Museo Virtual del Levante. El miembro de la secretaría técnica se desplazó hasta Fuenlabrada para seguir las evoluciones de un defensor que estaba en la agenda granota. “El filial necesitaba un central y había un defensa del Fuenlabrada que nos interesaba. Por esa razón estaba allí”. No obstante, el destino entró en acción, sin mediar previa advertencia, cuando el antaño arquero avistó a Morales sobre el verde.
“Me llamó la atención la vistosidad que tenía sobre el campo. Pedía el balón con insistencia, driblaba a los defensores, arrancaba con velocidad y llegaba hasta la línea de fondo para centrar. Cogía el balón casi en su campo y llegaba a línea de fondo. Y en vez de finalizar pasaba atrás y su equipo marcaba”. Morales en estado puro. El catálogo de virtudes del delantero era profundo. “No era un futbolista egoísta. Eso también me llamó la atención. Entraba desde la banda izquierda o partía hacia el área desde la media punta. Tenía una zancada muy potente y mucha velocidad. Además, tenía un buen control de balón. Era más un asistente”.
Mora subrayó sus credenciales y las compartió con el resto de integrantes de la dirección técnica a su vuelta a Valencia. A su juicio, era un diamante por pulir. Su veredicto era claro, aunque había un hándicap que parecía insalvable: por su edad, Morales, que contaba con 24 años, no entraba en el proyecto del filial blaugrana. Sin embargo, ese aspecto no fue determinante ante la pertinaz insistencia del guardameta. Mora descubrió a un jugador de barrio en el sentido más estricto del término. Morales desveló los misterios del fútbol alejado del circuito de las canteras más reputadas del fútbol madrileño. “No entendía qué hacía en un equipo de Tercera División. No digo que estuviera en la cantera del Real Madrid o del Atlético, pero sí en alguna de algún equipo relevante”.
Para Morales el Levante fue una señal. Su llamada fue cautivadora. Era una especie de salvoconducto para acceder a cotas más notables; un visado hacia el balompié profesional. Mora recompone los recuerdos. “La primera vez que quedamos le pregunté si quería algo. Yo me refería a si quería tomar algo. Él me dijo que le diera un boli para firmar”, rememora entre risas. Morales compitió con el escudo del Atlético Levante en los cursos 2011-2012 y 2012-2013. Formó parte de una camada que acarició el ascenso a Segunda División A. Su proyección le guio hacia la cúpula del equipo de Orriols, si bien en el ejercicio 2013-2014 aceptó la propuesta del Eibar para curtirse en el marco de la categoría de Plata. No fue un curso anecdótico. En Ipurua le recuerdan como uno de los héroes del histórico ascenso a Primera División.
El verano de 2014 fue relevante. Mendilibar apostó con firmeza por Morales. En la Catedral, ante el Athletic Club, en el segundo duelo de la temporada 2014-2015 descorrió el telón para poner en marcha su contador oficial de confrontaciones con la elástica del Levante en la máxima categoría. En ese escenario firmó capítulos sugestivos como el gol maradoniano de las jornadas finales del curso 2017-2018. Morales fue dejando sobre la cuneta defensores para enfrentarse a Kepa. Aquella diana condensó las particularidades descritas con anterioridad por Juan Luis Mora en los informes emitidos durante su estancia en Fuenlabrada.
El gol aunó potencia, velocidad, dominio de los espacios, osadía y atrevimiento. Una de las singularidades del atacante es que no se ha dejado vencer por el miedo que, a veces, provoca ir superando desafíos. Juega con el mismo atrevimiento que cuando se calzaba las botas en el antiguo campo del Fuenla en Tercera. Morales concibe el fútbol desde el riesgo. Hoy supera los 200 entorchados con el Levante, es el jugador con más goles en la elite, y ostenta la condición de cíclope.
Su condición de leyenda azulgrana no se cuestiona en el tiempo presente. Quizás esta naturaleza naciera en un derbi ante el Valencia en el Ciutat. Fue en la jornada decimosegunda de la temporada 2014-2015. Morales irrumpió en el minuto 74 con la virulencia de una manada de bisontes para ajusticiar a Diego Alves tras una devastadora cabalgada que finalizó con un zurdazo demoledor. Apenas si llevaba cuatro minutos sobre el césped. El gol no fue menor por todo lo que significó. Rasgó la igualada saldada por Parejo sesenta segundos antes y certificó el triunfo granota ante el eterno rival de la capital del Turia.
No obstante, hay una fecha que adquiere brillo y prestanza. Fue el 9 de enero de 2016. Los focos del Ciutat alumbraron el nacimiento de El Comandante. Fue un encuentro salvaje ante el Rayo Vallecano. Los dos equipos se jugaban la vida. Era casi el juicio final. Hay imágenes dentro del verde destinadas a convertirse en iconos. El atacante sorprendió al feudo de Orriols con una peculiar manera de compartir el ascendente del gol. Morales desde la decisión y el arrojo, sin titubear en sus movimientos, se llevó la mano derecha a la sien en un intento por recrear un saludo de corte militar. Nadie lo sabía en ese instante, pero El Comandante había nacido para quedarse. En ese trance casi crepuscular del enfrentamiento ante la escuadra rayista, Morales dimensionó notablemente su figura y su ascendente en el relato azulgrana. “Alguien tenía que tirar del carro”, reverdece el protagonista al rememorar los acontecimientos desarrollados.
Morales incitaba a la rebelión a un grupo deprimido. Y se situaba al frente como cabecilla. Era el adalid de la insubordinación. Palabras y hechos. En cierto modo, el saludo militar era la metáfora de una resistencia que entronca con los postulados de un club acostumbrado a la supervivencia. Hay imágenes paradigmáticas y hay también gestos allende del campo que refuerzan posicionamientos en el imaginario de los seguidores. Morales lo tuvo cuando decidió no revocar su relación contractual pese al descenso a Segunda del ejercicio 2015-2016 y pese a la llegada de ofertas interesantes.
Aquello se interpretó como una muestra innegable de compromiso que nadie ha olvidado. Nadie como él celebró el regreso supersónico a Primera apenas un año más tarde. Ni un cabezazo salvador en Girona que propició una remontada que parecía en entredicho. Ni una mesiniana diana ante el Betis en el amanecer del curso 2018-2019. Ni un zarpazo ante la meta de Courtois para gestionar el triunfo levantinista ante el Real Madrid. Los recuerdos se agolpan. Diez años después El Comandante sigue enfundándose la camiseta granota elevado a la categoría de mito. “Y por muchos años más” como recreó hace unas fechas en su cuenta de WhatsApp.