Jorge Barrie
Jorge Barrie no olvida su pasado como jugador levantinista. La relación con la sociedad azulgrana siempre se ha caracterizado por su cercanía. Los lazos de unión son estrechos. El verano de 1976 fue crucial en su conversión en futbolista granota. Atrás quedaba una prolongada estancia en las filas del Sestao. “Fue un salto muy importante en mi carrera”, rememora sin titubear cuando se le cuestiona por el sentido que adquiere el Levante desde una perspectiva profesional. Barrie detentó la condición de portero menos goleado del fútbol español en la temporada 1978-1979.
Ese ejercicio se resolvió desde un prisma colectivo con el retorno a la categoría de Plata con Naya sentado en el banquillo. “Éramos un equipo muy difícil de ganar. Teníamos un muy buen equipo”, recuerda al evocar un bloque que se expresó con convicción en las dos áreas en un curso histórico. “Arriba teníamos a Magdaleno, Murúa y Barrios”. El paso de Barrie por el club de Orriols va a asociado al controvertido capítulo que supuso el aterrizaje de Johan Cruyff. “Fue una operación de marketing que no salió bien”.
Como arquero granota fue protagonista de la puesta en marcha de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). De los entrenadores con los que coincidió recuerda con especial cariño a Pachín y a Antonio Calpe. Fueron siete temporadas defendiendo el escudo del Levante con vivencias de muy distinta consideración. Capitalizó el ascenso a Segunda División de la temporada 1978-1979 y vivió la cara amarga de los encierros en el actual Ciutat en las siguientes temporadas. Hoy resalta la proyección que ha adquirido el Levante. “Es una gozada ver cómo ha crecido este equipo en los últimos tiempos”.