¿Y dónde está ese niño? La pregunta parecía quedar en el aire. Hay historias que nacen casi por puro azar. También hay historias que se convierten en desafíos inmediatos ante el tremendo impacto que generan las redes sociales. Esta historia condensa parte de estos dos argumentarios. Podría ser algo así como regresar al pasado partiendo del influjo que marca el presente. ¿Y dónde está ese niño? La cuestión cerraba un tuit publicado en la cuenta Història Gràfica Llevant UD. Antonio Calpe y Sanfélix rodeaban a un joven levantinista vestido con los colores azulgranas, como marca la tradición, que apenas alzaba dos palmos del suelo. La imagen era aclaradora.
El legendario jugador granota y el cancerbero posaban sobre el césped del actual Ciutat de València en el prólogo del partido que enfrentaría al Levante y al Acero en el coliseo de Orriols. El contexto situaba la acción en el nacimiento de la década de los años setenta. El túnel de vestuario y el primitivo banquillo del feudo azulgrana, las equipaciones de los protagonistas, e incluso la ausencia de butacas en la Tribuna, ofrecían indicativos inequívocos al respecto de la cronología. Estamos en la temporada 1971-1972. Solo había una duda por resolver; desvelar la identidad de ese crío. Y la cuestión no fue eterna, aunque su resolución fuera más propia de un thriller policiaco. Las piezas del rompecabezas fueron encajando hasta lograr concretar el perfil de Juanjo Serna.
“Una vez publicada la foto Raimon envía esa foto a Sanfélix y le pregunta si conoce a ese niño. Sanfélix a su vez manda la foto a mi tío y mi tío me la pasa a mí. Todo son casualidades de la vida. No utilizo redes sociales, pero me sabía muy mal que se quedara en el aire siendo algo del Levante. No lo podía consentir y me puse en contacto con vosotros para identificarme (Área de Patrimonio del Levante y Felip Bens) y aquí estoy. Soy yo el de la foto. Es muy emocionante volver a vivir todo esto”, relata con un ápice difícil de esconder de orgullo.
50 años más tarde de aquellos hechos, Juanjo Serna volvió a situarse sobre el verde del Ciutat, con la elástica del Levante, para recrear un momento repleto de magia. El sentimiento de pertenencia al Levante que empezó a germinar por aquellas fechas se mantiene. Es más, Juanjo ha persuadido a las siguientes generaciones. Su hijo profesa la fe granota. En el mismo espacio posa con una imagen de Antonio Calpe. “Tengo que daros las gracias por la oportunidad de volver a vivir todo esto. Por desgracia Calpe ya no está entre nosotros y Sanfélix es un hombre mayor que no ha podido venir, pero estar aquí recordando aquello es ya más que suficiente”. ¿Y cómo surgió la idea de inmortalizar esa secuencia junto a uno de los iconos del Levante y Sanfélix? “No tengo consciencia de lo que sucedió, y en casa tampoco son muy conscientes de cómo surge la foto. Mi tío y mi madre, los hijos de mi abuelo que era muy levantinista, piensan que él tenía interés en fotografiarme con Antonio Calpe. A través de Sanfélix, que era una figura muy cercana a la familia, pudo surgir la idea. Mi tío y mi madre creen que va por ahí la historia”.
La instantánea vincula casi a un bebé con dos futbolistas relevantes en el imaginario del fútbol levantinista y valenciano. Las percepciones personales van girando. “No fui consciente de lo que suponía la foto en un principio. Con el tiempo te das cuenta que Calpe es un jugador importante para el Levante y para el fútbol español tras jugar en el Real Madrid y en la Selección española. Sanfélix hizo una labor tremenda en el futbol valenciano de las categorías inferiores. Me siento un privilegiado por estar ahí con estos dos personajes”. La estampa coincide con el retorno de Calpe al Levante después de varias temporadas coleccionando títulos en el Real Madrid. En el verano de 1971 el defensor recorrió el camino de vuelta para iniciar una segunda etapa defendiendo los colores azul y grana. “Creo que fuimos unos privilegiados. Después de pasar por el Real Madrid y la Selección, que es lo máximo para un jugador, el hecho de volver al Levante le da importancia a él, al levantinismo, en general, y a los aficionados, en particular. Estar con él después de lo que había vivido es histórico”.
¿Y qué ocurrió en aquella confrontación que se disputó en mayo de 1972? Hay encuentros difíciles de desenmascarar. Quizás este fuera uno de ellos por la catarata de acontecimientos gestados. El Levante pareció a aplicar el estado de alarma para sitiar al Acero en el nacimiento de una cita vinculada a la Tercera División. La temporada 1971-1972 avistaba su final. Viñas y Ferrer ratificaron con la obtención de dos goles el vendaval granota que acongojaba a su adversario. No obstante, aquel torrente se fue diluyendo y el Acero comenzó a proyectarse con peligrosidad en dirección hacia la meta de Mut. El final del acto inicial concluyó con igualada en el marcador (2-2).
El primer tiempo moría de la manera más inesperada a la vista del despertar del duelo. Belmonte y Tobalo redujeron a cenizas las dianas locales. El choque había dado un vuelco radical. El propio Belmonte, ya en la reanudación, ajustó un disparo que escupió con virulencia el poste de la portería granota. Juanjo desde la grada sería totalmente ajeno a la evolución de un partido que no encontraba un dominador. No obstante, los puntos no marcharían de Orriols. Litri sorprendió a Sanfélix desde la larga distancia con un obús que confirmó la victoria granota.