El episodio es conocido. Ernesto Domínguez se fijó la elástica de la Selección Española en el duelo que enfrentó a España y a Bélgica en el Estadio de Mestalla en el amanecer de diciembre de 1963. El Galgo de Vallejo accedió a La Roja como jugador vinculado al Levante. Hasta la convocatoria de José Campaña en octubre de 2020 por parte de Luis Enrique nadie había sido capaz de igualar este registro. El capítulo que protagonizó el legendario atacante catalán no resulta novedoso, pero quizás pueda rememorarse desde otra óptica a tenor de sus manifestaciones previas y posteriores al partido amistoso ante la escuadra belga. Con veintidós años, y después de ascender con el club granota a la elite, Ernesto Domínguez se elevaba en el firmamento futbolístico.
“Me encuentro en un gran momento. Había perdido bastante peso luego de cumplir el periodo militar, y no me encontraba en muy buena forma física, pero me he ido recuperando y, después de los últimos partidos, creo estar ya en pleno rendimiento”, relató en El Mundo Deportivo tras ser interrogado por su inclusión en el listado de los futbolistas convocados para el enfrentamiento ante los belgas. “Se me utiliza para cualquier lugar de la tripleta central, aunque mi puesto es de interior retrasado, armador del equipo. Me es igual llevar un número que otro. Pero creo que esta misión la desarrollo bien”, advirtió cuando se le cuestionó por la geografía del verde en la que mejor se desenvolvía con el balón cosido a los pies.
Domínguez había recorrido las categorías menores del combinado nacional antes de emprender la aventura final que significó su estreno con la Selección absoluta. Él mismo recordaba esta ascensión que comenzó durante su etapa como juvenil. El jugador del Levante fue derribando obstáculos hasta acceder al umbral del primer equipo de España. “Debuté en Sofía juntamente con Guillot, contra Hungría, Austria, Inglaterra y Luxemburgo. Después Helenio Herrera me seleccionó para el equipo de promesas, y finalmente, defendí los colores de España con la Selección B en el partido que se jugó en Granada ante Marruecos y en el que vencimos por cuatro a tres”.
De sus reflexiones personales se deduce su terrible ilusión por debutar como internacional absoluto después de pasar por la Selección Juvenil. Domínguez vivió unas jornadas que todavía hoy perduran en su profunda memoria. Los recuerdos ocupan un espacio estelar en su mente, pese a la derrota sufrida por el grupo que dirigía Villalonga (1-2). “Han jugado magníficamente una táctica al contraataque muy buena, corriendo mucho; sin duda están acostumbrados a ella y les han salido las cosas bien. Una gran sorpresa su actuación”, realzó a la conclusión del envite.
Y no buscó excusas, ni subterfugios para valorar la victoria de su adversario. “Se han apoyado mucho, se ayudaron siempre en las jugadas. Este es el juego moderno, el que hay que practicar”. Fue un estreno con el escudo de España con emociones enfrentadas en virtud de los hechos acontecidos finalmente. “Imagínese… Era mi debut en la Selección Nacional. Ese sueño que siempre tenemos cuando comenzamos a jugar se iba a convertir en realidad. Y no será precisamente un recuerdo grato el que guarde de mi primer partido internacional”, añadió como despedida presto a abandonar el feudo de Mestalla camino del autocar de la selección.