Programa de las Fiestas de la Cruz en Honor al Santísimo Cristo del Grao de 1925
“¿Seguirá la racha de triunfar el Levante? Preguntábamos en nuestra última crónica. Así es en efecto. El Levante ha obtenido -venciendo al Gimnástico- una resonante victoria, victoria que viene a confirmar rotundamente las ya alcanzadas últimamente por el equipo levantino, y que pone de manifiesto la indiscutible valía de los equipiers marítimos y la potencialidad del once grauero”. Así nacía la crónica publicada por el diario El Pueblo del partido que el domingo 3 de mayo de 1925 enfrentaba al Levante y al Gimnástico sobre el rectángulo de juego del Campo de La Cruz. Las huestes marinas vencieron a su oponente por un ajustado 3-2. Gumb, en dos ocasiones, y el legendario Juanito Puig marcaron para el team albinegro. Santía celebró los goles del decano. El feudo granota se engalanó para una cita con enjundia desde un prisma deportiva. Los viejos rivales volvían a medir su consistencia en el interior del verde, si bien el duelo estaba desprovisto de la heráldica que emana de la competición. No había puntos en juego, pero no hay que desdeñar el innegable valor que desprende el aroma del triunfo en el ámbito del fútbol.
Aquel no era un domingo cualquiera en el universo que conformaban los Poblados Marítimos. Era una jornada eminentemente festiva. Aquel domingo de mayo se celebraba la festividad litúrgica en honor al Cristo del Grao. No era un asunto menor. Al contrario, se trata de presentar la fiesta por antonomasia del Grao. La Fiesta Solemnísima al Santísimo Cristo remonta a 1411 cuando, según cuenta la tradición, la imagen del Cristo arribó por mar hasta los Poblados Marítimos. Seis siglos más tarde la veneración al ‘Negret’ se mantiene intacta. La narración sobre la llegada milagrosa del Cristo se ha ido transmitiendo de padres a hijos. Los Gozos, cantados en valenciano desde 1913, recrean ese prodigio integrando la leyenda con la intervención de personajes históricos de la cultura, la política y de la iglesia valenciana.
La fiesta hunde sus raíces en tiempos del medievo, si bien será a partir del siglo XVII cuando se institucionalice siguiendo los ritos y el ceremonial lúdico y religioso que prácticamente caracteriza a la fiesta en el presente. Desde esa centuria la documentación acerca de su desarrollo y evolución es mucho más copiosa y permite certificar la trascendencia que adquiere la festividad en el entorno del marítimo. Es una de una de las festividades más antiguas de la ciudad de Valencia. Las fiestas de la Cruz coronan un ciclo festivo integrado por la Semana Santa Marinera y los festejos en honor a San Vicent Ferrer.
El quid de la cuestión para fundamentar la razón de este escrito radica en la unión de las dos premisas planteadas; es decir el duelo que cruzó al Levante y al Gimnástico y la conmemoración en honor del Santísimo Cristo del primer domingo de mayo. Como refleja el programa que enmarca este artículo el enfrentamiento entre las mesnadas marinas y el decano hay que situarlo en el marco de las celebraciones de mayo de 1925. El encuentro se inscribía dentro de las diferentes actividades programadas para la jornada del 3 de mayo. De hecho, había que madrugar para seguir la hoja de ruta establecida.
El día presagiaba emociones fuertes. A las cinco de la mañana estaba previsto que “se descubriera solemnemente la venerada y amadísima imagen de NUESTRO SANTÍSIMO CRISTO”, como resalta el programa de 1925. No sería descabellado imaginar a algún equipier del Levante FC, o inclusive a algún miembro de su junta directiva, formando parte de aquella ceremonia. Algunos integrantes de aquel colectivo eran hijos de los Poblados Marítimos. Quizás Juan Puig y Mancha representarán el ADN del Marítimo. Los dos jugadores habían crecido y se habían formado en sus calles. A buen seguro que conocerían las raíces, las costumbres y el carácter de esa conmemoración.
Foto del partido que enfrentó al Levante y al Gimnástico en el Campo de La Cruz que acompañaba la crónica de Diario de Valencia del martes 5 de mayo de 1925. El meta del decano, Hurtado, se interpone entre el balón y Gumb. A la izquierda puede identificarse a Ventura, mítico defensor gimnastiquista.
Salvando las distancias y, si se permite la licencia, podría establecerse una especie de parangón entre la Fiesta de la Cruz y el Levante FC como institución deportiva. Las dos entidades compartían espacio geográfico. Las dos estaban adscritas al imaginario del marítimo, si bien el poso de la historia estaba del bando de la festividad. Ambas entidades alzaban pasiones y tenían una cohorte de seguidores dispuestos a seguir enardecida sus pasos. Su contribuían, desde posicionamientos muy distanciados, a la configuración de la identidad de este pueblo marinero parece irrefutable. En 1925 el Levante ya era patrimonio de los Poblados Marítimos como sucedía con la Fiesta de la Cruz desde tiempos inmemoriales.
El crecimiento de la disciplina del fútbol parecía imparable en ese eje de la cronología. Aquel equipo, que había nacido al calor del colegio que dirigía Vicente Ballester Fandos en 1909, se había ganado el corazón y el fervor del entorno en el que se gestó luchando en el interior del campo en cada comparecencia. Su identificación con los Poblados Marítimas estaba justificada. Aquellos equipiers representaban a la gente de los barrios marineros. Sus victorias concitaban orgullo y sentido de pertenencia como generaba honra y dignidad la adscripción a la Muy Ilustre Hermandad del Santísimo Cristo del Grao. Quizás desde esa perspectiva, no parece fruto de la casualidad que el Levante FC formara parte de los eventos dispuestos en la celebración de la Fiesta de la Cruz de 1925.
El choque tuvo sustancia. “Fue un partido amistoso que, poco a poco, se convirtió en lucha de campeonato”, describió El Pueblo. “Huelga digamos que los equipos alineados tienen entusiasmo por la defensa de sus colores, y apenas empezado el juego, la lucha fue rápida y vistosa”, apostilló Diario de Valencia. “Ayer presenciamos un gran partido en el Campo del Levante entre los primeros equipos del Levante y Gimnástico y nos congratulamos porque esto viene a apoyar completamente nuestra tesis de que, la mayoría de las veces, los partidos entre equipos locales resultan interesantes, competidos, y más si en ellos se pone todo el entusiasmo en la lucha”, proclamó La Correspondencia de Valencia al analizar el match.
Lo cierto es que todavía no habían cesado los ecos de la competición regional del ejercicio 1924-1925. El Levante preparaba con celo su presencia en el siguiente campeonato. No había mayor desafío para la sociedad marina que incrustarse en la rivalidad establecida entre el Valencia y Gimnástico. No tardarían en conseguir lo que parecía una quimera. En enero de 1926 los dos contendientes dirimieron una especie de final por la consecución del segundo puesto de la competición regional 1925-1926. El premio no era menor. Ganar suponía para el conjunto blanquinegro y para el club decano engrosar la nómina de los equipos que lucharían en el ámbito de la Copa. Para el Levante fue su primera experiencia copera.
Casi cien años más tarde de aquellos acontecimientos que vincularon al Levante, al Gimnástico y a las Fiestas de la Cruz, la Hermandad del Cristo del Grao lucha por el reconocimiento oficial de esta festividad. Hay dos líneas de trabajo claramente marcadas; declarar la fiesta bien de interés inmaterial y obtener el reconocimiento de fiesta de interés turístico. Justifican este reconocimiento y esta protección en virtud del legado histórico, cultural, patrimonial, y podríamos señalar que hasta antropológico, que posee esta conmemoración religiosa. Quizás la primera piedra de este andamiaje ya esté fijada. En la resolución del 30 de septiembre de 2022 la Dirección General de Cultura i Patrimonio decidió incoar un expediente para declarar bien inmaterial de relevancia local las Fiestas de la Cruz en honor al Santísimo Cristo del Grao.
Titular de la crónica del partido entre el Levante y Gimnástico de El Pueblo.