Algunos advierten que los astros se alinearon durante el pasado verano para recuperar la imagen de Vicente Iborra con la elástica azulgrana del Levante de nuevo ajustada a su piel después de su marcha de la entidad en los albores de la temporada 2013-2014. Y las mismas voces advierten que hubo justicia poética en el acto que significó el reconocimiento de la Copa España Libre en los prolegómenos del partido que enfrentó al Levante y al Real Zaragoza en el feudo del Ciutat de València en la claridad del mes de abril. Iborra ejerció como hilo conductor de este relato. Como capitán de capitanes alzó al cielo del coliseo granota el trofeo que conquistaron los heroicos jugadores del Levante FC en julio de 1937 en el marco de una España de signo tumultuoso como secuela del estallido de la cruenta Guerra Civil que se perpetuó entre el verano de 1936 y abril de 1939.
Iborra, un futbolista que entronca y representa con naturalidad los valores que caracterizan al Levante, fue el encargado de compartir la oficialidad de un trofeo clandestino durante décadas con los seguidores levantinista. Quizás estuviera acreditada la emoción que embargó a los estamentos azulgranas congregados en el coliseo del barrio de Orriols en los minutos previos al inicio del duelo ante la escuadra del león. La Copa España Libre adquirió una pátina de brillo incuestionable desde que saltara al césped del Ciutat de València cuando las agujas del reloj se acercaban a las 21:00 horas, horario escogido para el nacimiento de la confrontación en el universo de la Liga Smartbank. Elevada sobre un pedestal desprendía brillo y luminosidad en un Ciudad que le recibió todavía entre tinieblas.
La Copa de la República, como se conoce popularmente al trofeo en el entorno levantinista, se sentía protagonista de una cita repleta de emotividad. Con anterioridad había conocido la vejación, la humillación y el confinamiento de su memoria. A su alrededor los jugadores del Levante del tiempo presente, pero principalmente los descendientes de los intrépidos equipiers que defendieron el escudo del Levante FC en jornadas de amor y odio, engrandecían cada uno de sus contornos. Aquella Copa, que el tiempo había desvanecido hasta eclipsar el contenido de la magnífica la historia que escondía, resplandecía de nuevo con el brillo que en días pretéritos mostró como paradigma de la lucha y de la resistencia más absoluta. En aquella atribulada España de fuego cruzado hubo fútbol y hubo competiciones en el curso del ejercicio 1936-1937. Y el Levante sometió a todos sus rivales para ligar su estela a la de la Copa España Libre en el concurso que cerró la campaña deportiva.
Los futbolistas del Levante del curso 2022-2023 emergieron desde las entrañas del vestuario local con el uniforme blanquiazul en honor a los héroes de 1937. En la parte frontal de la camiseta blanca y azul un pequeño recuadro consignaba la trascendencia del encuentro y de la jornada. La Copa España Libre recobraba prestancia y distinción más de ochenta años después. Iborra protegió la Copa con sus manos antes de izarla con vigor como si tratara de proceder a su amnistía e indulto. Su mirada se dirigió entonces a los familiares de aquellos jugadores, verdaderos artífices del logro conseguido, para compatir esta oficialidad junto a ellos. La camiseta del 10 del Levante actual forma parte de los documentos organizados en torno a la Exposición DE GRANOTES, GATS I PALMERES, els orígens del Levante UD. La elástica blanquiazul del presente reposa entre las reproducciones de los jerseys del Levante FC y Valencia FC de 1937. La Copa España Libre, que ya nunca será un trofeo furtivo, volvió a ser alzada en territorio valenciano como aconteció en agosto de 1937 según determina la tradición.