Así a vuelapluma, sin detener en exceso la mirada, la única referencia explícita de este documento alude al Estadio de Vallejo. Es incuestionable que se trata de un día de partido oficial en el feudo de la calle de Alboraya. El Levante afrontaba la confrontación en condición de local en los márgenes internos de su instalación deportiva. El escudo que identifica a la sociedad valenciana ocupa la parte central de esta entrada. Su poseedor, tras rubricar el añorado Portal de Vallejo, seguiría el duelo desde la zona de preferencia de pie. Ese espacio ocupaba uno de los fondos del coliseo granota. Los estadios de fútbol, desde tiempos inmemoriales, siempre se han caracterizado por su tendencia a la estratificación social en virtud de la localización de sus seguidores.

Sabemos que había fútbol en Vallejo, eso es más que una evidencia, pero desconocemos la identidad del partido. La cita no está fechada. En realidad, en aquellos tiempos no era constumbre datar cada uno de los enfrentamientos disputados en la entrada. No existen alusiones al lustre del adversario. No hay nada que permita identificar el enfrentamiento para situarlo en el tiempo y en su contexto histórico. Quizás sea una estrategia de la instituación para abaratar costes. Es mucho más costoso situar la acción de cada encuentro como casero que confeccionar una entrada generalizada para el común de una temporada y las cuestiones económicas siempre han sido gravosas en el seno de una entidad deportiva con propensión hacia el déficit.

No obstante, lo que parece un jeroglífico irresoluble presenta una resolución clara y diáfana. El propietario de este boleto tuvo la consideración y el acierto de fijar su relato quizás con el objetivo de perpetuarlo en su memoria y en el recuerdo del levantinismo.  En su reverso con una vieja máquina de escribir contextualizó la naturaleza del duelo. No era una confrontación menor. “Partido de ascenso a 1 División” fija a modo de titular. “Levante – Coruña 2-1” surge como antetítulo. “Valencia 2 de junio de 1963”. La información es copiosa. Si queda alguna duda en la cara principal de la entrada en la franja superior con rotulador aparece fijada una leyenda: “1 ASCENSO A PRIMERA DIVISIÓN 2 – JUNIO – 1963”.

De repente el ascendente de esta entrada muta. Hace 60 años el Levante escaló hacia el cielo de la Primera División. Fue en la tarde del domingo 2 de junio de 1963. Aquella memorable jornada persiste con pujanza en el imaginario de los estamentos granotas. Las huestes de Quique y Balaguer guerrearon contra el Coruña de Lelé en el choque decisivo (2-1). Atrás quedaba la apetruda de la eliminatoria (1-2). El técnico gallego permutó el banquillo de Vallejo por el feudo de Riazor con la temporada 1962-1963 en recorrido. El malévolo destino le guió en dirección hacia el coliseo levantino en la primavera de 1963. Los choques se sucedieron en el marco de la Copa del Generalísimo y en la promoción de ascenso/descenso a Primera. El Levante salió indenme de todos los desafíos ante el colectivo herculino. Las victorias se sucedieron.

Lo que aconteció sobre el tapiz verde de Vallejo en aquella memorable jornada es de sobra conocido. El big bang se materializó en los minutos finales del enfrentamiento con el Levante acechando el ancla a la Primera División. Serafín y Vall comandaron un triunfo vigoroso que cauterizaba una vieja y profunda herida. Fue la tercera promoción del combinado granota. Los aficionados enloquecieron y asaltaron el pasto para solemnizar a sus héroes. Nada detuvo una devastadora explosión de sentimientos. Ni tan siquiera el maltrecho estado del Papa Juan XIII. Aquella jornada no había diques que contuvieran la emoción. Curiosamente distintas escenas de aquel partido sirvieron de ilustración para entradas del curso siguiente. El ejemplo más evidente es el boleto del primer derbi en Vallejo. La instantánea parece congelar la jugada de segundo gol conquistado por Vall.