A principios de los años noventa del siglo pasado el Levante UD atravesaba una de las peores épocas de su historia. En esa década y en la anterior se vivieron los duros años del cemento, cuando muy pocos aficionados acudían con regularidad a los partidos del Ciutat y ser granota en València era sinónimo de ser un auténtico outsider. Desde el curso 1982/83 hubo un breve lapsus de un par de campañas en Segunda División (en la 1989/90 y en la siguiente) pero el hábitat natural (hasta el regreso a la división de plata en la temporada 1996/97) fue la Tercera División y la Segunda B. Las alegrías para la afición de Orriols llegaban a cuentagotas.

Tras el excelente escaparate internacional que supusieron para España las Olimpiadas de Barcelona, celebradas entre julio y agosto de 1992, el Levante UD volvió un mes después a su cruda realidad deportiva. Bajo la presidencia de Ramón Victoria el equipo iniciaba su segunda temporada consecutiva en el Grupo III de la Segunda B. Y en el banquillo Luis Costa (el entrenador que había concluido la campaña anterior) dejó paso a Juan Muñoz que, finalmente, dirigiría en su totalidad aquel año post olímpico.

Entre las nuevas incorporaciones llegó del equipo murciano del Roldán CD (que había descendido del Grupo III donde habían estado los granotes el curso previo) un espigado delantero con una planta formidable (1,86 m. y 85 kg.). Originario del pueblo jienense de Linares era un trotamundos que ya había jugado en media docena de equipos de la Segunda B. Aunque solo en el Alcoyano había logrado una buena marca goleadora, al llegar a los 12 tantos. Su nombre era Joaquín Béjar Martínez pero todos le llamaban Quini.

Quini fue un extraordinario delantero que defendió la camiseta del Levante UD durante los cursos 1992/93 y 1993/94 

El Levante quedó encuadrado en el grupo de los equipos valencianos, catalanes y murcianos. Se iba a ver las caras con clubs históricos como el Hércules, el Nàstic, el Murcia, el Elche, el Alcoyano o el Sant Andreu de Barcelona. Y si bien es verdad que el equipo siempre deambuló por la parte alta de la clasificación no tuvo opción de terminar entre los cuatro primeros, que eran quienes jugaban la promoción final para subir a Segunda División.

Así que la gran alegría de aquella campaña para la parroquia granota fue, sin duda, la explosión goleadora de Quini. En su primera temporada como azulgrana logró 21 tantos, su segunda mejor marca de siempre como futbolista. Y no sólo eso. Sus dianas solían ser, en general, de una calidad extraordinaria. Varias veces logró perforar la meta rival con disparos espectaculares desde fuera del área… O concluyendo jugadas con una calidad asombrosa, comparable a la de los jugadores top del fútbol internacional de aquella época. Ver a Quini en acción era un gusto para los sentidos. Y dos equipos sufrieron de manera especial sus estragos goleadores. El Hércules encajó sendos dobletes suyos en Alicante y en el Ciutat. Y el Nàstic un gol en Tarragona y un hat trick del jienense en Orriols.

El Levante empató a dos el derbi disputado en Mestalla contra el Valencia B el 27 de marzo de 1993. Los dos goles azulgranas fueron obra de Quini. De izquierda a derecha y de arriba abajo Quini, Andrés (portero), Cuenca, Mascarell, Albelda, Olivas, Tejero, Ballester, Sancho, Lorenzo y Ginés

El 1 de mayo de 1993 el Levante venció 3 a 1 al Manlleu en el Ciutat de València. El marcador lo abrió Quini con un tanto espectacular. Su compañero Chuli le centró un balón perfecto desde la banda derecha, el de Linares lo paró sobre la marcha con el pecho y mientras bajaba lo empalmó para lograr un auténtico golazo. En la imagen celebrando aquel extraordinario gol

Tras concluir en la novena posición el Levante UD afrontó el nuevo curso 1993/94 con el objetivo ineludible de abandonar la Segunda B. Para ello hubo un relevo en el banquillo y José Enrique Díaz pasó a ser el nuevo entrenador. Y también llegaron nuevos jugadores que elevaron el nivel significativamente. El portero Rodri iba a convertirse en las siguientes cuatro temporadas en el titular de la meta azulgrana. Junto a él los centrocampistas Uriz y Portillo y el delantero Antoñito fueron otras incorporaciones importantes. Por su parte, Quini continuó siendo el referente indiscutible en el ataque. Volvió a realizar un campeonato excelente con unos registros muy brillantes. Su marca goleadora quedó establecida en 18 tantos y, de nuevo, la afición granota pudo disfrutar de la calidad de un futbolista excepcional.

Quini en el triunfo por 3 a 1 frente al Elche del 23 de octubre de 1993. Ese día fue el autor de uno de los tantos. En la imagen el defensa ilicitano Paulino a punto de hacerle una durísima entrada al andaluz mientras su compañero Manzano contempla la acción

El Levante afrontó el 14 de noviembre de 1993 un partido clave contra la UD Atlético Gramenet (la gran revelación de aquella campaña). Los granotes empataron a uno en tierras catalanas y Quini fue, de nuevo, el autor del tanto decisivo. De izquierda a derecha y de arriba abajo Marrero, Mascarell, Torres, Cudi, Rodri (portero), Portillo, Antoñito, Quini, Cerdán, Uriz e Izquierdo

El 21 de noviembre de 1993 los granotes volvieron a empatar a uno, esta vez en el Ciutat de València y frente al Alcoyano. En la imagen Quini en una acción de aquel encuentro

Pero el equipo no estaba dando el rendimiento que se esperaba, la posibilidad de ascender se complicaba y en febrero de 1994 se precipitaron los acontecimientos. Tras la derrota en casa frente al Sant Andreu por 0 a 1 en la jornada 25 el Levante ocupaba la novena posición de la tabla. Al día siguiente, y después de casi ocho años al frente de la nave granota, Ramón Victoria dejó la presidencia del club. Y la primera medida de José Luis López, el nuevo jerarca de la entidad, fue el cambio de entrenador. Jordi Gonzalvo fue el elegido para reconducir la situación.

Foto de la plantilla del Levante UD de la temporada 1993/94 con el entrenador Jordi Gonzalvo y el presidente José Luis López. Quini es el tercero sentado empezando por la derecha

Y las cosas, al menos deportivamente, mejoraron de manera radical. El equipo enlazó cinco victorias consecutivas y pasó a ocupar la tercera plaza del campeonato liguero. El último de los triunfos de esa racha espectacular fue la goleada en el Ciutat por 5 a 1 frente al Santa Eulalia. Aquel día Quini logró su segundo y último hat trick como levantino. En los últimos ocho encuentros del torneo continuó la misma dinámica positiva y el equipo finalizó tercero, lo que le dio la opción de jugar la promoción de ascenso a Segunda División con el Salamanca, Las Palmas y el Barakaldo.

Quini celebrando uno de los tres goles que le marcó al Santa Eulalia el 13 de marzo de 1994. Aquel día los ibicencos encajaron un 5 a 1. Junto a él su compañero Ginés y Ortiz, el guardameta del equipo balear

Pero, desgraciadamente, el epílogo de aquella temporada no fue el deseado. El once azulgrana quedó tercero en aquella liguilla decisiva y fueron los salmantinos quienes, finalmente, lograron el ascenso a la división de plata. Y de esta manera acabo la trayectoria levantinista del gran delantero Quini, un crack del fútbol que, durante dos años inolvidables, maravilló a la afición granota.