A mas de cuatrocientos kilómetros de distancia de Valencia aquel domingo 9 de octubre de 2016 los jugadores del Levante saltaron al verde del Estadio de Los Juegos del Mediterráneo ataviados con los colores identificativos de la bandera de la Comunidad Valenciana. La señera adquirió consistencia y viveza en la siempre colorida ciudad de Almería. La jornada bien merecía un tributo de tales consideraciones por parte de la sociedad del barrio de Orriols. El 9 de octubre es la fiesta por antonomasia del pueblo valenciano. Se trata de una jornada repleta de mística. Los futbolistas, que capitaneaba desde el banquillo Muñiz, quizás se instalaron en el coliseo almeriense con la determinación que mostraron las tropas de Jaume I en la conquista de la ciudad de Valencia en octubre de 1238.

El rictus de los once elegidos por el preparador asturiano sintetizaba la trascendencia de la cita liguera. El líder de la categoría de Plata emergía de nuevo para afrontar una nueva cita del calendario liguero. Aquella jornada dominical en sesión vespertina, los antagonismos parecían materializarse sobre el tapate del feudo local. El primero de la clasificación contra el último de la lista. No obstante, y pese a los antecedentes, no conviene dejarse guiar por la condescendencia. No hay nada peor en la disciplina del fútbol que caer en la complacencia. Por norma nada es lo que parece. El fútbol es refractario a la previsión. Cada partido surge como un mecano que hay que saber armar.

Aquel Levante convivió en el límite entre el infierno y el paraíso durante noventa minutos repletos de arrebato. Desde ese prisma, los dos equipos se zurraron con contundencia mientras se desarrolló la acción del juego. Quique González retó a Raúl desde los once metros para estrenar el luminoso. La reacción granota fue descomunal por su virulencia. Roger y Jason rasgaron el marcador en apenas diez minutos. Y cuando la victoria parecía dirigirse hacia Orriols surgió la imagen devastadora de Quique González para establecer la igualada. El Almería arrinconó al Levante tras el gol inicial mientras que fue el Levante quien acogotó a su oponente tras las dianas de Roger y Jason. Quizás en el debe de ambas escuadras estuvo la falta de autoridad y contundencia para imponer su voluntad cuando la situación parecía la más propicia para anestesiar a su oponente. Cada adversario tuvo su momento, pero dejó escapar su oportunidad. Quizás la igualada definitiva de un Levante vestido con la señera conjugara con la justicia a tenor de lo acontecido sobre el campo.

El homenaje a la festividad del 9 de octubre fue manifiesto en tierras almerienses, pero no fue una cuestión episódica que correspondió en exclusiva al equipo más representativo de la institución. El tributo fue compartido por la totalidad de las escuadras adscritas a la entidad que se batieron en duelo en partidos programados para la jornada del domingo 9 de octubre. En ese sentido, la señera lució en la Ciudad Deportiva del Valencia en el partido vinculado a la División de Honor Juvenil que reunió a la representación valencianista y al Levante. No fue el único ejemplo. En Paiporta, las chicas del Levante Femenino afrontaron su compromiso de la Liga Iberdrola ante Fundación de Albacete luciendo esta zamarreta. El Levante Juvenil tiró de raza para recuperar un enfrentamiento que parecía perdido tras la ventaja adquirida por el Valencia (2-0). Joel y Christian lideraron una remontada titánica en el tramo final que dejó al bloque azulgrana en lo más alto de la tabla. El Levante Femenino obtuvo su cuarta victoria consecutiva (2-1) merced a las dianas de Charlyn y Alharilla.

Sin embargo, esta sentida ofrenda propuesta por el Levante comenzó con anterioridad en el tiempo al arranque de los encuentros dominicales. De hecho, el sábado amaneció con la señera inundando los estantes de las tiendas oficiales que el club detenta en el Estadio Ciutat de València, en la céntrica y conocida calle de Colón o inclusive en la Ciudad Deportiva de Buñol. La elástica, confeccionada por la empresa italiana Macron, sponsor técnico del Levante, concitó la atención de los estamentos que conforman el levantinismo. Podría decirse que la señera fue protagonista absoluta del fin de semana por excelencia para los valencianos.