Los hechos acaecieron en la jornada del domingo 16 de diciembre de 1973 en la capital de España. Aquella jornada dominical Carlos Humberto Caszely se proyectó con la camiseta azulgrana del Levante UD hacia el firmamento del marco de la categoría de Plata del fútbol español. El atacante chileno, sin duda, escogió una buena plaza para congraciarse con la disciplina del balompié y para mostrar sobre el pasto todo su arsenal de recursos y poderes con el balón imantado a sus pies. Madrid siempre se ha caracterizado por su influjo en el ámbito del fútbol.

Fue una actuación poliédrica que rozó el virtuosismo más absoluto. Aquel día de invierno Caszely afinó su violín para mostrar toda su sabiduría y sapiencia futbolística. El atacante cautivó a la grada del feudo de Vallehermoso, propiedad del Rayo Vallecano, con una actuación sensacional. De sus botines emergieron, uno a uno, los cuatro goles que sancionaron el enorme triunfo de la escuadra que preparaba Héctor Núñez. Era el primer triunfo del técnico uruguayo como conductor del banquillo granota.

El Levante sumido en las tinieblas de la clasificación necesitaba una demostración de poder para elevar su maltrecha moral. El atacante no era ajeno a esa coyuntura depresiva apenas dos meses después de su legendario aterrizaje como estrella mediática del Levante del curso 1973-1974.

Caszely dominó aquella confrontación. De norte a sur y de este a oeste. Su protagonismo fue incuestionable. Habían trascurrido quince minutos de juego cuando el Gerente puso su mente en acción para ajusticiar la meta defendida por Tirapu con un envenenado disparo a media altura. Fue el principio del fin para un Rayo Vallecano convertido en testigo de excepción de la furia titánica evidenciada por el internacional por Chile. Y la ejecución se reeditó para perpetuarse en el imaginario del levantinismo.

Hay partidos que nada más concluyen pasan a formar parte de la memoria de un club. No es necesario el poso que establece el paso del tiempo para acentuar su significado. Son patrimonio de una entidad. Quizás fuera el caso por todo lo acontecido con Caszely como guía espiritual de una victoria redentora. Caszely combinó con Ferrer para anotar el segundo, colocó el balón sutilmente por debajo de las piernas del portero para festejar el tercero mientras que el cuarto gol fue un ejercicio de puro hedonismo.

“Centro Álvarez desde la banda derecha junto al palo izquierdo de Tirapu, paró Caszely con el pecho, bajó el balón a su pie izquierdo y con pasmosa tranquilidad dribló al meta rayista, a Hernández y Bordons todo en un palmo de terreno para entrar en la portería con el balón en la pegado al pie”, reflejó AS a través de la pluma de Miguel Vidal. El Rey de metro cuadrado en su máxima expresión.

Nos recreamos en la acción del tercer gol blaugrana. La imagen ilustra este artículo. Se trata de una donación de Alberto Villanueva, socio, accionista y seguidor de la causa granota. El compromiso de Villanueva con la historia del Levante es innegable. La foto atestigua esta entente. De hecho, esta fotografía se incorpora archivo del Área de Patrimonio del Levante UD y desde el presente estará visible en el Museo Virtual del Levante UD.

La instantánea detiene el tiempo para mostrar la ejecución de la tercera diana. “Contraataque del Levante, Hernández falla el despeje del balón, circunstancia que aprovecha Caszely para batir a Tirapu, colocándole el balón entre las piernas”, relató la crónica del diario Jornada en el análisis del gol. Los protagonistas convergen. El momento captado por la cámara presagia el gol. Caszely, con un delicado y certero toque con su pierna derecha, sorprende a Tirapu en su salida. El cuero se cuela de forma irremisible entre las piernas del arquero. El rostro de Hernández es la metáfora de la frustración. Por el fondo se puede apreciar la estela de Sanfélix, masajista del Levante, mientras que los jugadores suplentes granota parecen salir del banquillo para celebrar el gol.

La exhibición deslumbrante de Caszely no pasó desapercibida para los diarios deportivos AS y Marca, que elogiaron su desempeño. “La actuación de esta súper-estrella chilena que en posible estado de gracia dio un show oportunista intransigentemente goleador y repleto de recursos futbolísticos que están lejos del nivel medio español”, consignó Julián Ruiz para Marca, pero no todo eran oropeles, ni alabanzas en el día a día de Caszely como componente de la plantilla blaugrana. La historia resalta el póker de goles ante el Rayo, la intrahistoria plantea la tensión y la controversia generada durante la semana anterior en relación al futuro del astro chileno.

El drama parecía cernirse sobre el club que presidía Manuel Grau Torralba. El episodio fue amenazador. El caso Caszely, como presentó la prensa valenciana el affaire entre la entidad y el jugador, estalló en la previa del duelo anterior que enfrentó al Mallorca y al Levante en el hoy Ciutat de València. El delantero no se incorporó a la concentración dispuesta por Héctor Núñez para la tarde del viernes pese a formar parte de la convocatoria. Esta ausencia generó todo tipo de especulaciones sobre un posible retorno a Chile. Grau Torralba confirmó esta situación y reveló una proposición: Caszely podría regresar a su país natal, si Colo Colo, su club de origen, devolvía el importe pagado por su traspaso, una suma cercana a los nueve millones de pesetas.

Sin embargo, el club chileno se negó a reembolsar el dinero, afirmando haberlo invertido en otros fines. La situación se esclareció: Caszely estaba obligado a cumplir su contrato con el Levante por tres temporadas puesto que Colo Colo no devolvía la suma acordada. Grau Torralba, con mesura, restó importancia a la situación, enfocándose en la necesidad de cambios de tendencia en el equipo sumido en una crisis de resultados. Caszely no participó en el choque ante el Mallorca, pero se reintegró a la concentración granota en la jornada del domingo por la mañana.

El partido entre el Levante y el Rayo Vallecano se disputó en Madrid apenas unos días antes del atentado que acabó con la vida del Almirante Luis Carrero Blanco. Este suceso, ocurrido el 20 de diciembre de 1973, sacudió los cimientos de la nación. Fue un golpe de una considerable dimensión al estado franquista. Carrero Blanco ostentaba el cargo de Presidente del Gobierno y era considerado el sucesor designado por Franco. El atentado, perpetrado por ETA mediante la explosión de un coche bomba que elevó el vehículo en el que viajaba Blanco, marcó un antes y un después en la historia de España.

Este hecho, aunque ajeno al mundo del fútbol, enlaza la euforia del partido de Caszely con un momento de gran convulsión y cambio político en el país, resaltando así la peculiar conexión entre el deporte y los acontecimientos históricos que marcan las épocas. La proximidad temporal entre el espectacular partido de Caszely y este acontecimiento trágico agrega una capa adicional de complejidad y reflexión sobre la intersección entre la vida cotidiana, el deporte y la historia en aquellos momentos turbulentos de la historia de España.

En el 50 aniversario de esta gesta futbolística, el recuerdo del mágico partido de Caszely frente al Rayo Vallecano perdura como una joya de la historia del Levante UD y nos recuerda que el fútbol va más allá de la victoria en el campo convirtiéndose en un hilo conductor que entrelaza emociones, historia y legado.