Una tarde con Carlos Humberto Caszely. Esa fue la propuesta en el regreso de Portal de Vallejo, una iniciativa que aspira a convertirse en un foro de debate sobre la historia centenaria del Levante UD. Carlos Caszely adquirió protagonismo y dimensión en la sala de prensa del Estadio Ciutat de València. El Gerente, desde su Santiago de Chile natal, regresó en el tiempo hasta la década de los años setenta para rememorar su estancia en las filas de la sociedad azulgrana. Caszely volvió a su estadio para desmenuzar y compartir sus recuerdos con los aficionados granotas.
Su excelente y profusa memoria permitió que el público asistente pudiera recorrer el túnel del tiempo para regresar a aquel Levante de las temporadas 1973-1974 y 1974-1975. Por su mente fue adquiriendo luminosidad el catálogo de personajes que conformaban la sociedad presidida por Manuel Grau Torralba. «Recuerdo con mucho respeto y cariño mi paso por el Levante”, advirtió a modo de presentación.
Fue un período marcado por la agitación política y social tanto en Chile como en la España del tardofranquismo. Su aterrizaje en el Levante en agosto de 1973 prácticamente coincidió con el Golpe de Estado del General Pinochet que cercenó las esperanzas del gobierno democrático de Allende. Caszely mostró su espíritu democrático, su inquebrantable compromiso con la sociedad y sus excelentes dotes como comunicador en una tarde mágica para el levantinismo.
“Me convencen por la historia levantina y de sacrificio de la hinchada. Iba a sacrificar otras opciones de Primera que no tienen ese corazón. Me interesaba demostrar la categoría. Por entonces, se podía un extranjero por equipo y eso me llevó a firmar con gran cariño”, evocó al rememorar su fichaje con la entidad que presidía Manuel Grau Torralba. Habría que recordar que en mayo de 1973 la Real Federación Española de Fútbol decidió disolver el veto que impedía la contratación de extranjeros. La presencia de Caszely en el balompié español es coetánea a la llegada de jugadores del calado de Cruyff o Netzer.
El jugador chileno se incorporó al Levante de manera ya definitiva a finales de septiembre de 1973. El compromiso firmado en agosto de 1973 en Valencia, en el marco de la gira de Colo-Colo en el verano del 73 por la Península Ibérica, estableció que el futbolista no se asentaría a orillas del actual Ciutat de València hasta finalizar los duelos internacionales que Chile debía afrontar ante URSS por el repechaje con destino al Mundial de Alemania de 1974. La apertura de la eliminatoria estaba fijada para la jornada del 26 de septiembre en Moscú.
Huelga significar el esfuerzo titánico del club que regía Grau Torralba en el fichaje del astro chileno. El mandatario pretendía con esta maniobra elevar notablemente el nivel de un colectivo que emergía de nuevo en el universo de la Segunda División. Quizás fuera la guinda del proyecto que lideraba Juncosa desde el banquillo. Grau Torralba no regateó sacrificios desde que cruzara su destino con Caszely en un duelo amistoso en Alicante con Colo-Colo como principal protagonista. Fue un flechazo correspondido. Fue un fichaje impresionante por la estirpe del futbolista.
El arranque del Levante en el universo de la categoría de Plata no fue especialmente alentador y la gran estrella de aquel plantel estaba ausente todavía. Y los plazos para su vuelta no estaban fijados. Esa circunstancia propició que Manuel Grau Torralba entrara en acción con un plan audaz. El mandatario junto Vinaixa, miembro de la junta directiva, marchó hasta París para enlazar con Moscú con el fin de activar el plan para el regreso de Caszely. Sin embargo, las relaciones entre la España de Franco y la Rusia comunista no eran las más edificantes y nunca lograron obtener los visados para trasladarse a la capital de la extinta URSS.
Grau Torralba y Vinaixa se quedaron en París, pero mandaban información a Valencia como si estuvieran en Moscú emulando el mejor guion diseñado por el genial Berlanga. No obstante, Grau Torralba logró su desafío y consiguió poner pie en el aeropuerto de Manises con el chileno agarrado fuertemente de su mano tras el partido de ida entre Chile y URSS en Moscú. Era el 28 de septiembre. “La prensa señalaba que 5.000 aficionados del Levante acudieron al aeropuerto”, manifestó Caszely rememorando su llegada a Valencia.
Conocido como ‘El Rey del metro cuadrado’ o ‘El Gerente’, explicó la razón del origen de estos calificativos. Su capacidad innata para esquivar rivales en una baldosa le brindó el primer apelativo. La estratificación que efectuó, con su peculiar sentido del humor, del ecosistema del fútbol diferenciando entre obreros y gerentes y su adscripción al segundo grupo permitió que se le conociera con el sobrenombre de ‘El Gerente’. También respondía por ‘El Chino’ por esos ojos rasgados que siempre le han caracterizado.
El proceso de aclimatación al Levante y al cosmos del fútbol español no fue estuvo exento de aristas. Durante las primeras semanas en Valencia llegó a plantearse la posibilidad de volver a Colo-Colo, pero Caszely dejó goles con la casaca azulgrana y jornadas repletas de poesía como la acaecida en el Estadio de Vallehermoso con el Rayo Vallecano como adversario. Esa matinal en la capital de España, apenas unos días antes del magnicidio que acabó con la vida de Luis Carrero Blanco, presidente del gobierno, mostró toda su furia anotadora capitalizando una victoria muy laureada (0-4). Todos los goles llevaron su signatura.
“La prensa española habló de ese partido y de ese chileno del Levante que esa tarde hizo cuatro goles. Fue muy emocionante. Recuerdo que sacaron pañuelos blancos y que yo al principio no entendía muy bien lo que significaba todo eso”. Quizás Caszely estuviera evocando la consecución del cuarto gol. “Centro de Álvarez desde la banda derecha junto al palo izquierdo de Tirapu, paró Caszely con el pecho, bajó el balón a su pie izquierdo y con pasmosa tranquilidad dribló al meta rayista, a Hernández y Bordons todo en un palmo de terreno para entrar en la portería con el balón en la pegado al pie”. AS describió así la diana a través de la pluma de Miguel Vidal. ‘El Rey de metro cuadrado’ en su máxima expresión a tenor del relato.
Caszely era una especie de trampantojo para el fútbol. No era un atleta, ni tenía la corpulencia de Hércules, pero se movía con solvencia y mucha distinción por el interior del área. Escondía un cambio de ritmo endiablado y entraba en combustión sin previo aviso cuando contactaba con el esférico. Su estancia en la casa blaugrana coincidió con el encuentro de vuelta de la eliminatoria ante Rusia que nunca llegó a disputarse ya que la selección rusa decidió no desplazarse a Santiago de Chile en uno de los momentos de mayor tensión y dramatismo de la historia del fútbol.
Su producción anotadora en su estreno en el ámbito de la Segunda División quedó fijada en 15 goles. La cifra no permitió que el Levante cumpliera con los objetivos que se había trazado. Pese a la acreditada capacidad anotadora del chileno, el bloque no pudo eludir un traumático descenso a Tercera. Todos los sueños imaginados por Manuel Grau Torralba se desmoronaron.
El verano de 1974 trasladó a Caszely, y a la Roja de Chile, hasta la Alemania Democrática, convertida en el epicentro mundial de la disciplina del balón redondo por mor de la disputa del Campeonato del Mundo. “Me marcaba Vogts. Toqué 19 balones y las estadísticas dicen que me hicieron falta en 18. A la última le pegué una patada a Vogts. Me expulsaron y él no vio ni una amarilla”, expuso con estoicismo para narrar cómo fue castigado con la primera tarjeta roja de los mundiales.
De vuelta a Valencia conoció las tinieblas de la aterradora Tercera División. En ese inframundo de campos de tierra y defensores marciales le cosieron a patadas. Literal. Los mandatarios del club optaron por proteger a su mayor activo ante cualquier contingencia inesperada en forma de lesión. “Era muy peligroso que yo siguiera jugando los partidos como visitante, porque los árbitros permitían que pegaran muchas patadas. Me dijeron que por el bien del Levante terminara mi contrato sin que me pasara nada”. Parece una evidencia que su valor de mercado cotizaba al alza.
Caszely marcó 24 goles para convertirse en el máximo anotador del fútbol español del curso 1974-1975, aunque el Levante se estrelló en la promoción de ascenso a Segunda contra el Alavés. En junio de 1975 su aventura en el Levante rozaba su final. Era refractario a la Tercera División. Hoy parece impensable ese binomio. Sevilla, Valencia y Espanyol pugnaron por sus servicios. La sintonía entre Manuel Meler, presidente de la entidad perica, y Grau Torralba propició el trasvase del atacante hacia tierras catalanas. El Espanyol pagó 25 millones en el verano de 1975 por su traspaso además de comprometer su presencia en el Trofeo Costa de Valencia. Previamente el Levante había desembolsado alrededor de 9 millones al Colo-Colo. Los mentideros cuentan que Grau Torralba exigió un millón por cada uno de los goles marcados por ‘El Gerente’ en el ejercicio 1974-1975.
Portal de Vallejo fue moderado por Emilio Nadal, responsable del Área de Patrimonio Histórico del Levante UD, y Enrique Cayul, periodista de Todos Televisión.