La fecha es relevante de la gravedad de los sucesos acaecidos. El Levante F.C. y el F.C. Barcelona midieron sus fuerzas sobre el verde del Estadio de La Cruz el domingo 21 de febrero de 1937. La Guerra Civil seguía su curso amenazador devastando la Península Ibérica y el fútbol se convirtió en un agente social de distracción en tiempos de penurias y de caos. El duelo remite al desarrollo de la Liga del Mediterráneo. La magnitud que adquirió el conflicto bélico significó la suspensión de los campeonatos nacionales por parte de la Real Federación Española de Fútbol. No obstante, la disciplina del balón no decayó. La Federación catalana, valenciana y murciana se organizaron en el otoño de 1936 para estructurar el Campeonato Superregional de Levante.
Unos meses más tarde nacía la Liga del Mediterráneo bajo el auspicio de las Federaciones catalana y valenciana, en connivencia con el criterio de la Federación Española de Fútbol. Ocho clubes, Gimnástico, Levante, Valencia, Castellón, Barcelona, Espanyol, Gerona y Granollers lucharon entre sí a doble confrontación durante los meses de enero y mayo de 1937. La ficha técnica del enfrentamiento entre las huestes levantinas y culés, incluida en el archivo histórico de Patrimonio del Levante U.D., rememora la naturaleza un duelo adscrito a la cuarta jornada. Certifica las alineaciones y los goles del propietario del coliseo en una tarde agitada, así como la identidad del árbitro. Hay una consideración efectuada por el empleado del Levante al aclarar la posición sobre la geografía del campo de García y Bardina, jugadores foráneos.
El Barcelona aterrizó en Valencia con un bloque lastrado por las bajas. Zábalo, Gual, Barceló o Vantolrá no formaron parte de la expedición azulgrana que, a modo de curiosidad, compartió autobús con la formación del Granollers que tenía una cita en el viejo Sequiol ante el Athletic Club Castellón en la misma fecha dominical. Era una fórmula en un contexto de crisis con el fin de minimizar gastos. Era un partido superlativo que concitó la atención de los aficionados al fútbol en la capital. El Campo del Camino Hondo del Grao presentó una imagen sobresaliente. No había claros en sus gradas. El envite se perdió en la locura desde su mismo nacimiento. Sobre la superficie del terreno de juegos dos escuadras dispuestas a desafiarse.
Puig II y Botella descorcharon la portería defendida por Urquiaga en un inicio devastador. El Levante buscaba la redención después de un arranque con sombras en el seno del campeonato. La victoria se resistía, aunque únicamente había una derrota en su expediente. Las igualadas, tres, penalizaba sus aspiraciones. Escolá, antes del fin del primer trayecto, atenuó el marcador. El semblante del envite no mudó en la reanudación. Las emociones se sucedieron en un match dominado por el vértigo y el ímpetu de los equipiers. Martínez Catalá golpeó el mentón del F.C. Barcelona tras cabecear un balón aéreo procedente de las botas mágicas de Botella.
Resistió el bloque catalán asido a la notable imaginación de Escolá. La versión más poliédrica del atacante recompuso el rictus deprimido del F.C. Barcelona. El delantero rasgó las mallas de Valero con un aniquilador golpe franco y resolvió una acción embarullada en el área local para enmarcar la igualada definitiva a tres goles. El Barcelona conquistó la Liga del Mediterráneo tras desbancar en la última jornada al Espanyol, sempiterno líder. El final fue abigarrado. Con veinte puntos coronó el ático de la tabla. El Levante remontó el vuelo en el segundo tramo de la competición. Defendió la quinta posición a cuatro puntos del F.C. Barcelona, tres del Espanyol y a un punto del Gerona y Valencia, tercero y cuarto.