Con la Copa de campeones de la competición liguera del curso 2003-2004 a su izquierda, que acreditó el ascenso del Levante a Primera División, con la cabeza totalmente afeitada, una imagen que le caracterizó cuando defendía el escudo granota, y con ese bronceado que siempre le acompañó, parecía como si Alexis Suárez hubiera propuesto un pacto con el tiempo y también con el diablo para regresar a las jornadas en las que se ajustaba la camiseta azulgrana para competir. “Estás para jugar”, le advertían los amigos y compañeros que se iban cruzando con el defensor en las catacumbas del Ciutat mientras se preparaba para la grabación de este testimonio. No era una observación carente de fundamento. Alexis parece haber sellado un acuerdo con el pasado para mantener impertérrito el aspecto que presentaba como jugador de la primera plantilla levantinista en los primeros años del tercer milenio. Uno podía cerrar lo ojos para imaginarlo jugando con la elástica granota y abrirlos de repente para ratificar que, en ocasiones, la vida no parece pasar.
El hombre de los dos ascensos a Primera
El palco del Ciutat de València contribuía a generar una escenografía repleta de magia en este viaje hacia el pasado para rememorar uno de los períodos cenitales de la historia granota. Quizás fuera uno de los momentos estelares de su carrera. El defensa pone en marcha su memoria para rescatar infinidad de recuerdos asociados a su paso por la entidad blaugrana. Fueron cuatro temporadas que se saldaron con la consecución de dos ascensos a Primera División. “Me duele más el descenso que valorar el segundo ascenso”, precisa con un ápice de inquietud porque las emociones son antitéticas. Su mente entra en acción para libertar unos pensamientos vinculados con su periplo como futbolista del Levante. Sucedieron asuntos de trascendencia durante la estancia del zaguero en las filas de la sociedad azulgrana. De hecho, su primera experiencia concluyo con el perseguido ascenso a Primera División de 2004, pero repitió en 2006 tras el resbalón del ejercicio anterior.
Manolo Preciado, crucial en el ascenso de 2003-2004
Rememorar su primer ejercicio es recordar principalmente la imagen de Manuel Preciado. El retorno a la elite cuarenta años después va asociado al paso del técnico cántabro. “Manolo era un padre para nosotros. Se sentía uno más. Se sentía futbolista. Te hablaba como un compañero más del equipo También era importante el trabajo más oscuro de Raúl. La conexión que tenía Preciado con los jugadores nunca la volví a vivir”. De aquel Levante acentúa su carácter solidario y la camaradería de un bloque comprometido desde un prisma grupal. “Fue un año maravilloso. Disfrutamos de un ambiente increíble con 25 jugadores espectaculares y un cuerpo técnico maravilloso. Manolo supo sacar el máximo rendimiento a cada jugador y por eso se consiguió el ascenso”.
Todo está ordenado en su cabeza. Desde Xerez a Lleida, las anécdotas se agolpan. “Xerez nos dio el empujón para ver que éramos el candidato número uno para subir. En Lleida recuerdo que tenían un delantero croata o yugoslavo que era muy bueno. Y yo le decía: ‘no te muevas mucho que te vamos a fichar si subimos’. Y creo que no se movió mucho. La verdad es que lo convencí un poco (risas). Creo que era el segundo máximo goleador de la categoría. Yo le decía: ‘No te muevas que está todo hablado y te vas a venir’. Y él me decía, ¿tú crees?’ Y yo, ‘sí’. Teníamos un buen equipo con Riga que hizo el gol”. La historia señala que Alexis es uno de los escasos jugadores con dos ascensos a Primera División.