Lluvia, rayos, relámpagos y un apagón eléctrico en el estreno de España en el Ciutat. Aquel duelo entre España y Escocia, disputado en la tarde del 3 de septiembre de 2004, podría haber resistido en la memoria de los fieles aficionados al fútbol por infinidad de cuestiones vinculadas a la propia disciplina del balompié. Por ejemplo, podría haber impugnado al paso del tiempo por convertirse en el estreno de La Roja sobre el césped del Ciutat de València en confrontación internacional, aunque de índole amistosa. El choque podría haber vencido a las hojas del calendario por ser la primera vez que Iker Casillas fijaba el distinguido brazalete de capitán sobre su efigie. Y la experiencia no sería accidental. Asier del Horno y López Rekarte podrían recrear ese partido y rememorar su debut como jugadores de la Selección Española.
Un partido que premiaba un ascenso a Primera del Levante
Por aquellos días Luis Aragonés ponía en marcha el contador de partidos como entrenador del combinado absoluto. Apenas unos días antes había inaugurado su expediente en un enfrentamiento ante Venezuela tras tomar posesión de su cargo como seleccionador el 1 de julio de 2004. Podría advertirse que comenzaba a germinar aquella Selección de dibujos animados que reinó en el mundo mundial entre 2008 y 2012. De aquella confrontación derivaba la nueva condición que ostentaba el Levante como equipo instalado en el universo de la Primera División. La concesión de aquel encuentro por parte de la Real Federación Española de Fútbol premiaba el ascenso de la escuadra granota a la principal división. Incluso podría recordarse como el regreso de Vicentín al escenario donde se formó como futbolista profesional con la casaca azulgrana del Levante antes de marchar al Valencia. No obstante, todo quedó relegado a un plano inmediatamente inferior por mor de la climatología. Lluvia, rayos, relámpagos y un apagón eléctrico en el estreno de España en el Ciutat.
El período estival de 2004 comenzaba a declinar de manera pausada. El amanecer de aquella jornada no parecía presagiar la vorágine y el caos que sucedería apenas unas horas más tarde y que dinamitaría de forma alevosa el partido entre España y el equipo gaélico. Valencia bullía en las horas previas al nacimiento de la confrontación sobre el verde del barrio de Orriols. Las hordas escocesas se lanzaban a la conquista del centro histórico de la ciudad luciendo esas típicas faldas a cuadros tan propias y características. La cerveza parecía desparramarse. El color amarillento del oro líquido fusionaba con un sol aniquilador que no parecía hacer mella sobre los cuerpos blanquecinos de los seguidores de la escuadra azul, pero todo fue mudando conforme se acercaba la hora prevista para el arranque del match.
Y el cielo se fue oscureciendo
El cielo de Valencia se fue ennegreciendo. La noche se precipitó como si tratara de desafiar al día mucho antes de lo esperado. Malos presagios. La bóveda celeste parecía desplomarse. España y Escocia emergieron sobre el césped del Ciutat a caballo entre la lluvia y un viento huracanado que dificultaba enormemente la práctica del fútbol. Adiestrar el balón era una quimera. Lluvia, rayos, relámpagos y un apagón eléctrico en el estreno de España en el Ciutat. El temporal amenazaba una confrontación que nació desde la conmemoración y la celebración por el retorno del Levante al principal escalón del fútbol profesional como campeón de la categoría de Plata del ejercicio 2003-2004. Eran días de esparcimiento para el común del levantinismo y tiempos de reconversión para el bloque nacional.
Borrar las heridas de la Euro 2004
La Selección Española pretendía borrar las heridas de la Eurocopa de Portugal de 2004. La Roja marchó del país vecino por la puerta de atrás abatida tras caer en la primera fase. Luis Aragonés relevó a Iñaki Sáez con la misión metamorfosear la condición de una selección magullada y en descredito. Quizás en las primeras alineaciones del Sabio de Hortaleza todavía quedaran restos del Antiguo Régimen en forma de jugadores que desaparecieron de la faz de la selección definitivamente tras el Mundial de 2006 en Alemania, pero es posible que algo comenzara a cambiar. El partido en el Ciutat no será recordado como un ejemplo de estética. No fue un duelo armonioso. Escocia mostró un fútbol un tanto cavernario sobre el tupido césped del templo azulgrana. A pesar de esa propuesta tan cicatera Escocia mantuvo su supremacía en el marcador merced a un gol en propia puerta de Baraja. Raúl rescató a España en la reanudación, pero la suerte ya estaba echada por entonces. La tempestad arrasó el Ciutat.
Lluvia, rayos y centellas sobre el Ciutat
Cuenta el libro del Génesis que durante el Diluvio Universal llovió sin cesar durante cuarenta días y cuarenta noches sobre la tierra. En el amistoso entre España y Escocia no fue necesaria tal secuencia. La virulencia de la tormenta durante la evolución de la segunda parte provocó que en el minuto 60 el Ciutat de Valencia quedara invadido por la oscuridad más absoluta. Fue imposible recuperar el suministro eléctrico y fue imposible retomar un partido finalmente suspendido. Ocurrió hace 20 años, aunque diez años después hubo redención en el mismo escenario con la disputa del envite entre España y Macedonia (4-1). Lluvia, rayos, relámpagos y un apagón eléctrico en el estreno de España en el Ciutat en septiembre de 2004.