Es uno de los tesoros que mayor atención concitan de la muestra DE GRANOTES, GATS I PALMERES, els orígens del Levante UD. Es difícil alejar la mirada de las botas de Alberto Pascual cuando el visitante supera la primera sala de la exposición y se sumerge en la inmediata. Los borceguís del arquero que defendió la meta del Levante durante la segunda mitad de los años cuarenta irradian magnetismo. Parece como si desprendieran un halo de luz. Este documento de la historia levantinista reclama protagonismo desde la vitrina en la que se inserta. Estas botas no alzan la voz, pero se dejan ver. Quizás sea esa estética retro tan alejada de las botas ultramodernas y siderales del tiempo presente. Quizás sean esos listones de madera que atraviesan la suela a modo de tacos. Quizás sea la sobriedad que transmiten en contraste con el colorido de los borceguís que hoy lucen los jugadores. O quizás sean todos los relatos que esas botas serían capaces de narrar si tomaran la palabra. Lo cierto es que su presencia es continuada a lo largo de la muestra. Su hechizo envuelve al visitante que no puede dominar la tentación de fijar los sentidos en sus contornos y en su figura para recrear un pasado muy distante del período actual.
Es posible dejar volar la imaginación para tratar de experimentar y recrear las sensaciones que percibiría Alberto cada vez que se calzara las botas antes de saltar al verde para afrontar la competición con la camiseta de la escuadra granota. Es innegable que podría suponer una inmersión hacia un tiempo pretérito. Aquel Levante de la segunda mitad de la década de los cuarenta recobraba la confianza tras regresar a la categoría de Plata a la conclusión del ejercicio 1945-1946. Era una consigna establecida por la entidad después de zozobrar por las categorías inferiores del fútbol tras el descenso del curso 1941-1942. Las temporadas se sucedían con la sociedad perdida por los laberintos del balompié. Alberto, desde la portería, capitalizó aquel retorno profusamente celebrado en los medios más próximos al levantinismo. Se comprometió con la institución de Vallejo en el verano de 1945 tras una prolongada estancia como jugador del Hércules. Vilagrá no dudó en ofrecerle la titularidad al cancerbero nacido en Gandia en 1922 en la fase de ascenso definitiva. Una temporada más tarde iniciaba la alineación de una confrontación legendaria ante el Athletic Club en el marco de los octavos de final de la Copa del Generalísimo. Alberto perteneció al Levante entre las campañas 1945-1946 y 1949-1950.