Fue el domingo 14 de septiembre de 1969. Aquella jornada el Levante desafió al Palma sobre el mullido césped del Estadio Antonio Román. Era el segundo encuentro del campeonato de la regularidad en Tercera División, pero no era un enfrentamiento más en la secuencia liguera establecida para el curso 1969-1970. Aquel choque marcaría la hoja de ruta y el camino del actual Ciutat de València. En cierto modo, fue un partido especial y distinto por su significado. Toda historia tiene un principio sobre el que comenzar a entretejer una narración que el tiempo está perpetuando. El corazón del coliseo del barrio de Orriols se puso en marcha para iniciar el registro de partidos oficiales de competición con la presencia del filial del RCD Mallorca. El Museo Virtual custodia la imagen de un instante legendario en la historia del Ciutat de València. Fue el primer once que saltó al Ciutat para defender el escudo granota en un choque de Liga. Medio siglo distancia el presente del pasado.
Aquel domingo de septiembre del 69 la presencia del sol se interpretó como una bendición en el estreno del equipo entrenado por Guasp en el espacio del Estadio Antonio Román. No fue una simple anécdota subrayada por la mayoría de las crónicas contemporáneas. Estaba muy cercano todavía el latido del choque entre el Valencia y las huestes azulgranas que descorrió el telón de la instalación granota ante la vigilante mirada de Juan Antonio Samaranch y la presencia de una cohorte compuesta por las principales autoridades valencianas. Fue la noche del martes 9 de septiembre. La lluvia, incisiva y burlona, no estaba en el listado autorizado de los invitados, pero apareció para marchitar y deslucir un evento acentuado en el imaginario de los estamentos levantinistas. La espesura de la noche y las precipitaciones generaron una atmósfera sombría. Los rayos solares propiciaron una imagen del Ciutat de Valencia radicalmente distinta a la percepción evidenciada en el partido ante el Valencia. La crónica de Piñango para Levante, hoy Levante El Mercantil Valenciano, es aclaradora. “Bastante público acudió al Estadio A. Román que el domingo estrenaba partido oficial. Al ser de día y sin lluvia nos pareció más bonito y de mejor y más cómodos accesos. Así también lo oímos comentar a la salida”.
El Levante alineó en tan histórica efeméride a Mut, Martín, Camps, Antonio Blasco, Suárez, Ruiz, García Soriano, Sose, Navarro, Jenaro y Sergio. No había ninguna variación respecto al once que contendió ante el Valencia en el partido inaugural. Como aconteció ante el bloque de Mestalla, Suárez ejerció como capitán. El Levante afrontaba la temporada con la condición de aspirante al ascenso a la categoría de Plata que había extraviado tras el descenso de la campaña 1967-1968. Repetía en el universo de la Tercera División tras una primera tentativa que no siguió el plan urdido por los mandatarios levantinistas. El plan del ascenso no se consumó a la orilla de Mestalla. Hay que recordar que el Levante actuó como local en el coliseo valencianista en el ejercicio 1968-1969.
El partido enfrentaba a adversarios con objetivos antagónicos. Nadie esperaba ver la efigie del Palma durante el verano de 1969. Sin embargo, la renuncia del Constancia propició la aparición del filial malloquinista por el umbral de la Tercera División. Nunca los contrastes parecieron más evidentes, al menos desde un prisma conceptual. Un serio candidato a la Segunda División con un plantel trufado de jugadores curtidos en el fútbol, Levante, ante un auténtico neófito trufado de juveniles, Palma. Cada equipo ostentaba un rol. No obstante, el encuentro siempre estuvo en el alambre, pese a la evidente superioridad levantinista ante la escasez del marcador (1-0). Nada parece resuelto de manera demoledora cuando la diferencia en el tanteador es tan exigua. El fútbol, parece incuestionable, está repleto de vaivenes por más que el Levante circundara la meta foránea y el Palma se limitara a defenderse.
Navarro marcó el gol del triunfo azulgrana. Fue una diana legendaria por su alcance y magnitud. El atacante estrenó el marcador del Ciutat de València en partido oficial. Fue el primer gol de la sociedad levantinista en su nuevo campo que significó la inauguración del expediente de victorias en el barrio de Orriols. Navarro no erró ante la portería defendida por Flaquer ya en la reanudación de la cita. El desasosiego que, en ocasiones, embarga al levantinismo, para trasladarlo hacia un terreno pantanoso dominado por la inquietud, podía adivinarse cuando García Soriano interpretó con certeza la incorporación del aguerrido delantero al corazón de área del Palma. Navarro con un sutil toque confundió a Flaquer para gritar el primer gol en el Ciutat.