El 29 de agosto de 1958 el Levante, pese a su condición de club vinculado a la Segunda División, había conseguido dinamitar el mercado de fichajes del balompié español con la adquisición de Servaas Wilkes.
No fue fácil. Durante el verano se especuló con su retorno al Valencia C.F. Antonio Román empleó toda su sabiduría y agitó sus dotes como diplomático para conseguir estrechar la rúbrica de un futbolista que estaba incardinado al imaginario del balompié mundial.
En esa fecha la sociedad de Vallejo se puso en contacto con la Federación Valenciana de Fútbol, siguiendo la circular Número 9 de la temporada 1956-1957, relacionada con la inscripción de jugadores, con la finalidad de rogar a la entidad, que regía los destinos del balompié regional, propusiera a la Federación Española de Fútbol la autorización del fichaje de astro holandés. El documento detalla el historial deportivo de Wilkes así como sus condiciones y características sobre el verde.
No obstante, esta tentativa estuvo marcada por el fracaso. A fecha del 11 de septiembre la Federación Valenciana de Fútbol confirmó que el organismo superior renunciaba a autorizar la inscripción del jugador. La noticia aletargó el espíritu de los estamentos azulgranas ante su significado.
El levantinismo vivió jornadas de pesadumbre hasta que por los mismos cauces llegó a la sede de Vallejo una notificación que advertía del cambio de criterio confirmando el alistamiento del jugador a las filas del Levante para el curso 1958-1959.