Bernardino Pérez Elizarán, conocido en los ambientes más cercanos al fútbol como Pasieguito, aceptó “prestar sus servicios como entrenador del equipo del Levante U.D. por lo que resta de la temporada futbolística 1959-1960, es decir hasta el 30 de junio de 1960 ajustándose a las costumbres y prácticas propias de su labor”.
El documento, fechado el 18 de marzo de 1960, convertía a Pasieguito en técnico de la sociedad azulgrana durante un corto espacio de tiempo, puesto que el ejercicio liguero avanzaba hacia su ocaso definitivo, como sustituto de Alfonso Aparicio. Antonio Román López, presidente, y Luis Puig Esteve actuaron en representación de la entidad granota.
La particularidad de esta relación estriba en que Pasieguito cambió las botas de tacos por la toga que le convertía en entrenador. Lo hizo sin tiempo material para metabolizar las evidentes transformaciones. Los mandatarios azulgranas dirigieron la atención hacia el interior del campo para encontrar el relevo como conductor del vestuario.
La experiencia de Pasieguito era significativa. El futbolista, después de una prolongada estancia en el Valencia, se había unido al Levante en el verano anterior para engrosar una plantilla que buscaba su proyección hacia la Primera División. A mediados de marzo permutó el césped por la pizarra para dirigir los últimos cinco partidos de Liga.
Fue el nacimiento de una prolongada carrera en los banquillos.