Era descarado e irreverente. En el interior del área era difícil de detectar. Tenía impregnada la esencia del fútbol en sus botas. Era letal en las acciones a balón parado. Uno de los mejores atacantes de la historia. Dejó un rastro de goles con su nombre y apellido en los cursos 1992-1993 y 1993-1994. Marcó 47 dianas en esa secuencia.